Sin duda sabéis de mi cariño y respeto musical por el talento de Alba Reche. Siempre he defendido en todo lo que escribo, relato o analizo que siento absoluta devoción por los talentos libres, indómitos, que te traspasan y te dejan una huella diferente, profunda, intensa y única.
Y el destino quiso que ayer por la noche volviera a reencontrarme con su música, esa sensibilidad especial que tiene para contar y cantar las cosas. Alba, consigue que sus canciones, su show, tenga ese sabor «disfrutón» de la música. No vamos a descubrir ahora el talento vocal de Alba Reche, que está más que de sobra contrastado, sino esa capacidad exquisita de comunicar, de moverse, de mirar, de de sonreír con los ojos a su hermana Marina (cuyo talento tendremos que seguir muy de cerca), o de abrazarte a ti que estás sentando entre su público.
Parece un símil fácil, pero no lo es. El directo de Alba Reche es sólo comparable a la sensación de caminar descalzo entre la hierba, respirar profundo libre el olor a libertad y flores, ese beso con sabor a hierbabuena que te da la sensación de ver y disfrutar de algo único.
Soy plenamente consciente que cada concierto es único, cada público es distinto (aunque alguna cara conocida volví a ver) pero se también que alguien como Alba lo vive como si fuera el último. Su química con el escenario y con su gente es sencillamente maravillosa.
Alba Reche ha conseguido que su música se transmita, y eso es muy difícil de hacer. Gente de todas las edades, escondidos detrás de su segura mascarilla disfrutaron de un concierto seguro, emocional, pleno de una luz que sólo sabe transmitir la genial artista.
«La pequeña semilla», o «La pequeña Tour» como queráis llamarlo, también se esconde entre los mas pequeños, nuevas generaciones para una música que se transmite de herman@ mayor a herman@ pequeñ@, de padres a hijos. Alba es presente y todo el futuro que sus canciones la permitan soñar y hacer realidad.
A Alba no sólo hay que «escucharla» sino disfrutarla. Y ayer la música, volvió a ser esa «niña de ojos sonrientes» que volvió a ser feliz y libre. Gracias Alba Reche por dejarnos de nuevo vivir un bello sueño de una gran noche de verano.
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