La última vez que vi a Julia estaba de promoción de su primer disco “No dejo de bailar” y en aquella conversación le prometí ir a verla en alguno de sus directos. Ayer tocaba cerca de casa así que me planté en Girona para verla bailar con la música y no me defraudó. Me encontré con lo que imaginaba. Me encontré con alguien feliz encima de un escenario. Me encontré a alguien que una vez más intuyo ha hecho lo que ha querido. Me encontré con alguien que baila con la música en libertad.
Cuando estuvimos hablando del disco, de lo importante que había sido para ella el poder hacer lo que quería, me habló un poco de lo que quería en su gira. Me habló de cómo se la imaginaba. Me habló de construir una pequeña “familia” encima del escenario. Me habló de instrumentos. Me habló de su guitarra… y puedo aseguraros que todo eso ayer pude verlo y vivirlo en directo. ¡Bendito directo!
A veces, pensamos que los “grandes” conciertos/directos sólo se dan en los grandes palacios, pero estamos equivocados. Ayer yo viví un gran concierto en una sala de conciertos en la que la música era la protagonista. Un concierto sin grandes artificios. Un concierto sin trampas. Un concierto mágico tal y como su artífice me lo relató un día en Barcelona… “Quiero un directo sencillo, íntimo, tal y como soy yo”. ¡Qué bonito es cuando alguien hace lo que quiere una vez más!
Creo que muchxs coincidiréis conmigo si os digo que Julia tiene algo especial. Tiene una energía de esas innatas. Tiene una magia especial que nos conquistó a muchxs desde el principio. Su transparencia atrapa. Esto creo que es una de las claves de su música. De sus canciones. Unas canciones que hablan y cuentan historias… algo que permite a su público sentirse constantemente cerca de ella. La transparencia de la que os hablaba. Algo que a veces falta en estos mundos de filtros constantes.
No quiero ni puedo olvidarme de la gente de su equipo que la acompañó ayer en Girona. Gracias a Macarena y Nieves por hacerme este baile tan fácil.
Ayer Julia saltó al escenario acompañada una vez más de su inquebrantable sonrisa y sus mosqueteros Javi, Alvaro y Antonio, dispuesta a demostrar que ese es uno de sus lugares en el mundo. Un lugar en el que las inseguridades se convierten en canción y salvan. Un lugar en el que las despedidas no existen y en el que no se puede dejar de bailar aunque se nos haga tarde, porque allí el tiempo no existe y a la de tres todo el mundo está cantando y bailando su MÚSICA.
Querida Julia, este ha sido nuestro primer baile, pero se que no será el último.
Marta Juanola
