La música es arte, y el arte se convierte en historia … pero empecemos por el principio.
El silencio, el comienzo de todo. Ese tapiz en blanco inicial, donde las emociones y los acordes se pelean en trazos gruesos entre líneas de tiempo y espacio intentando buscar el hueco en el presente ganando su lugar para el recuerdo del futuro.
Así es la música de Alejandro. Ese nivel de exigencia, esa reinvención perpetua de superación de lo de antes sin comparar con ahora. Hacer de cada letra, de canción una magia hoy , de crear historia incluso sin que exista el tiempo, de sentir necesidad de escuchar sin saber, de vivir conciertos como el de esta noche que te provocan empezar a escribir, incluso antes de haberse realizado, vivido y sentido.
A Madrid, la pandemia le ha robado muchas cosas, demasiadas. Pero no le ha quitado ese «corazón partío» de una ciudad que late a ritmo de arte, de talento, de música y de historia y que Alejandro Sanz forma parte de esos renglones torcidos del dios de la música que hace de nuestra historia los sonidos de su silencio.
Hoy es la noche de muchas primeras noches, de muchas primeras veces, que se quedaron en el tintero del quizás, hoy es la noche de volver a ver la vida y cruzarla a nado, el día de descubrir entre estrellas sonrisas que se olvidan y otras que se recuerdan, corazones que saltan y viven, miedos comidos a bocados y gritados en susurros de lo que nos están, hoy en el Wanda ha vuelto ha latir el «corazón partío» de Madrid como aquella primera vez … Alejandro.
Noches como la de hoy consiguen desnudar a la música de sus «fuegos de artificio», dejarla con «el alma al aire» exenta de apariencia y plena de verdad y emoción. Hoy Sanz nos ha servido un show redondo, necesario y curativo , hoy nos ha pintado la historia de canciones que han ido bailando entre nosotros, que se han ido abrazado en nuestra espalda y susurrarnos que esta noche volvía a ser «cómo aquella primera vez».
Alejandro Sanz durante de dos horas de concierto fue intercalando himnos de siempre con canciones de su último disco de manera vertiginosa y a veces sin respiración, los arreglos musicales de esta gira «Sanz» son sencillamente brillante, sensibles y que abarcaron de manera transversal a todas las almas que anoche hicieron que el «corazón partío» del Wanda latiese aún mas fuerte.
Mención a parte tiene el equipo de voces y músicos que respaldan un show de semejantes dimensiones. Todos y cada uno de ellos merecían muchas de las ovaciones que volaron al cielo de Madrid.
La segunda parte del show, mas íntima, más desnuda entre artista y su público nos dejaba a un Alejandro Sanz emocionado al piano mezclando canciones a corazón abierto cuya mención indispensable de la noche fue para el ya eterno «Lo ves» y el nuevo himno «Y ya te quería» completamente desnuda, intensa, desbocada como ese abrazo para quienes no estaban pero si sentían, ese «te quiero» mudo, que nunca se dijo y que la nostalgia no es capaz de apagar. Una canción que llevada al directo con esa fragilidad exquisita es esa herida que sana, que cierra con sabor a sal y acordes de un piano que llora.
Hasta que el final nos despertaba con un sólo grito «La música no se toca» (quizás la vida tampoco) entre confetti y fuegos de «hasta pronto» la niña de grandes ojos marrones, si, ella … la de siempre, sonreía como aquella primera vez, musitaba canciones mientras el murmullo dejaba paso a despedidas de grupos de almas que se fundían en un «hasta la siguiente» que sabía hoy más que nunca a victoria del pasado, con sonido del presente y conquista del tiempo futuro.
El silencio se apoderó del Wanda y ella seguía en la distancia sonriendo. Agarraba su clave de sol a su pecho anclada y recordaba, cerraba los ojos con fuego y fuerza y entre dientes cantaba: «Yo te esperaré y tu me buscarás, yo te cantaré y tu me bailarás , solo intentamos ser dos olas en el mar que sueñan a la vez con la vida …» aunque Madrid siga teniendo su «corazón partío». Ayer el silencio volvió a ser música, la música fue arte y el arte hizo nuestra historia.
Hasta pronto Alejandro, hasta la próxima primera vez.
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