«Maixabel» y el poder del diálogo y el perdón

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Marta Juanola
Marta Juanola
CEO, redactora y fotógrafa. Entre Barcelona y Madrid hablo y escucho con lacajadmusica, escribo historias y congelo recuerdos con mi cámara.

Hace tiempo que conozco la historia de Maixabel y su familia. Ahora mismo no recuerdo a través del documental con el que descubrí su historia pero si recuerdo que lo primero que pensé fue que Maixabel Lasa era alguien de una generosidad y humanidad infinita.

El día que vi la primera noticia referente a la película recuerdo que sonreí. Sonreí porque considero que historias como la de Maixabel y su familia forman parte de nuestra propia historia. Una historia a la que quizás demasiadas veces le ha fallado la memoria… o mejor dicho, a las personas les ha fallado la memoria.

La película que hoy llega al cine bajo la dirección de Icíar Bollaín con guión de la misma e Isa Campo. Un guión lleno de sutileza, detalles, humanidad, naturalidad y verdad que atrapa y no se pierde en la morbosidad o en otros juicios y creo que por suerte de unos y desgracia de otros levantará nuevamente muchos debates. ¿Pero qué hay mejor que eso? ¿Por qué a veces nos dan tanto miedo estas cosas?

La historia de Maixabel nos demuestra la gran importancia del diálogo y sobre todo del saber escuchar. Además, nos muestra el gran poder del perdón… y también el poder de cerrar heridas, porque si la herida no cierra bien… como dice una canción de Rozalén “Si no curas la herida, duele, supura, no guarda paz”.

Sin duda, Blanca Portillo se mete mágicamente en la piel de Maixabel Lasa junto a Luis Tosar con Ibon. Víctima y verdugo. Pero, creo que el actor Urko Olazabal se llevará también varias miradas y halagos por su Luis Carrasco, otro de los integrantes del comando que asesinó a Juan María Jáuregui.

Por otro lado, nos encontramos con María Cerezuela que da vida a María Jáuregui y es con ella con quien podemos descubrir y conocer quizás un poco más el dolor de esa hija a la que le arrebatan a su padre sin avisar. Si nos mantenemos en el dolor, no hay que pasar por alto el personaje que interpreta María Jesús Hoyos ya que el dolor de esa madre también nos hará reflexionar en muchas de las cosas que transcurren.

La estética, luz, calidez… de la imagen a cargo de Javier Agirre Erauso, sin duda es otro punto a favor del film, algo que consigue trasladarnos y meternos en el ambiente desde el minuto uno junto con la magnética banda sonora de Alberto Iglesias.

Hay muchos momentos importantes del film pero podría arriesgarme a afirmar que los más importantes son aquellos más simples, como la escena de ella sentada en la mesa donde todo pasó, esos claveles rojos y blancos o esa escena de plano general en la playa en el que Maixabel (Blanca Portillo) camina seguida por sus escoltas. La libertad del mar frente a la «no libertad» de la situación que nuestra protagonista estaba viviendo.

Maixabel, desde mi humilde punto de vista es una prueba más de la fuerza de la imagen, del poder de la cultura y del cine para poder dar voz a historias que jamás deberían silenciarse. Además, en esta película podremos vivir algunos segundos de magia en los que la realidad se cuela de manera muy sutil y elegante (y no diré más para no «spoilear») en la ficción.

Sin duda, ojalá esta película sirva para una vez más dar poder al diálogo, para enseñarnos a escuchar un poco mejor y sobre todo para darnos cuenta de que si el mundo tuviese más gente como Maixabel iríamos todos un poco mejor.

De Maixabel podría decir que es una película de diálogo, perdón, guerra, paz, muerte, vida, libertad y respeto.

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