«Normal People» | El retrato de una generación

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Carmen Urquizar
Carmen Urquizar
Graduada en Comunicación Audiovisual. Máster en Periodismo Digital y Nuevas Narrativas. Cinéfila. Me encantan las películas de autor y el cine español.

La serie irlandesa, original de Hulu y en colaboración con la BBC, basada en la novela homónima de Sally Rooney se convirtió en una de las más vistas y comentadas en Reino Unido durante la cuarentena. ‘Normal people’ también se hizo con el beneplácito de la crítica internacional y las redes sociales se volcaron con esta historia de amor sobre dos jóvenes en su primera etapa adulta. En España pudo verse a partir del 16 de julio a través de la plataforma Starzplay, que compró los derechos del que es a día de hoy su producto estrella.

Normal People no es la historia de amor miles de veces contada que crees

Marianne (Daisy Edgar-Jones) es considerada en su instituto como un bicho raro, tanto que sufre el acoso de sus compañeros. Entre ellos, Connell (Paul Mescal), que encarna el perfil cómplice de quien es testigo del bullying y no hace nada por solucionarlo.

Ella pertenece a una familia desestructurada de clase social alta; su padre ha fallecido y se deja entrever el rol de abusador doméstico que ejercía en el hogar, su madre es una abogada de prestigio que parece desentenderse de los problemas familiares y que no muestra interés por la vida de sus hijos y su hermano Alan procesa un resentimiento expreso hacia Marianne.

Él comienza representando todos los estereotipos del hombre en el género romántico. Es el capitán de fútbol gaélico del instituto (el deporte irlandés por excelencia) lo que lo convierte automáticamente en uno de los más populares de su clase. Al contrario que la protagonista, pertenece a una clase social media-baja y vive con su madre, una mujer joven que trabaja como empleada doméstica, precisamente, en casa de Marianne.

Parece ser la premisa perfecta para el desarrollo de la manida historia de amor ‘el chico malo se mete con la chica buena a la cual acabará prestando atención, haciendo visible y enamorando’. Normal People no tiene nada que ver con eso. Sí que parte del vínculo que establecen Connell y Marianne en su último año de instituto pero se trata de un viaje hacia la exploración de las propias emociones mucho más complejo y con más capas.

El guion de Alice Birch, en el que se nota la presencia e implicación de la propia Sally Rooney, y la dirección de Lenny Abrahamson y Hettie Macdonald consiguen un resultado final que refleja la esencia de la novela original, tomándose el tiempo necesario para narrar la relación de Marianne y Connell a lo largo de una etapa crucial de sus vidas, la primera edad adulta. Y lo hace a través de los silencios, la contención y las miradas durante esos años de idas y venidas y del autodescubrimiento en soledad y por medio de nuevas relaciones. Todo ello en el contexto de la vida universitaria: clases, nuevas amistades, fiestas, Navidades de vuelta a casa, trabajos precarios, exámenes, meses de Erasmus, un verano viajando en interrail o unas vacaciones con amigos en otro país europeo. Situaciones que son la viva imagen de nuestra generación y que consiguen generar en nosotros aún más conexión y empatía con los personajes que las viven.

El retrato de la intimidad 

Toda serie dramática cuyo hilo conductor sea una relación romántica trata de crear una complicidad latente entre sus protagonistas y de atrapar y mostrar al público algo tan básico e importante en una pareja como es la intimidad; sin embargo, pocas consiguen tener éxito en ello.

Normal People es una de esas pocas. 

Paul Mescal y Daisy Edgar-Jones rebosan química y la serie es la que es por sus reseñables trabajos interpretativos. Connell y Marianne tienen una forma especial de comunicarse, aunque cada uno está marcado inevitablemente por su clase social, saben encontrarse, mirarse y transmitir todo eso que salta entre ellos a través de la pantalla, lo cual, cabe destacar, no es fácil. Connell es un joven hermético, no sabe expresar sus sentimientos con facilidad y le cuesta exteriorizar todo lo que esté relacionado con sus emociones; Marianne, por el contrario, se expresa con gran facilidad y elocuencia. Este choque comunicativo creará más de una situación indeseada en el desarrollo de la trama pero a su vez nos proporcionará muchos de los mejores momentos interpretativos del año. La contención y los silencios de Connell son la seña identificativa de su personaje y uno de los aspectos que engrandece esta ficción.

De alguna manera ambos nos hacen cómplices del amor que están viviendo y poco a poco, sin darte apenas cuenta, habrás entrado de lleno en todo lo que te propone la serie.

El sexo como reflejo de la relación de Marianne y Connell

“No es así con otra gente”

Es probablemente la frase que mayor conmoción nos produzca a lo largo de la serie. También es la frase que más se repite en los momentos de encuentro sexual entre Marianne y Connell. Es la que define a la perfección su relación.

A lo largo de la historia veremos cómo ambos comienzan y terminan relaciones con otras parejas y que entenderemos, sobre todo, por la forma en la que viven el sexo.

Es, por tanto, este elemento un reflejo de la relación que mantienen con otra persona en ese momento concreto de sus vidas. Podremos ver, por ejemplo, cómo Marianne se muestra pasiva en una relación que realmente poco le importa en contraposición a su entrega con Connell. Y es importante reparar en ello porque ojalá el sexo siempre se tratase así en la ficción, con la transparencia de las emociones de cada persona sobre la mesa y, por supuesto, el consentimiento.

Los creadores nos transmiten todo esto no solo a través de las interpretaciones de los actores, sino aplicando otras formas de trabajo subyacente como el contrato de una coach sexual que intervenía en cada escena y trabajaba mano a mano con los intérpretes o la equiparación en los desnudos masculinos y femeninos, que cabe resaltar pues a día de hoy no se encuentra en prácticamente ningún producto audiovisual (siendo el desnudo femenino siempre el expuesto y el masculino el protegido).

El bullying, la depresión y las relaciones tóxicas

Estos temas “secundarios” pero perfectamente reconocibles en la serie son precisamente los que hacen de este drama romántico un producto tan redondo.

No es fácil encontrar una serie de amor juvenil que refleje tan bien (o que siquiera refleje) estos problemas con los que prácticamente cualquier persona ha tenido que lidiar, si no como un problema propio, como el de alguien de su entorno. Últimamente esto está cambiando poco a poco en el panorama audiovisual, otras series como Euphoria de HBO también se toman el tiempo necesario para mostrar, desde el respeto pero sin tabúes, cómo es la sociedad de hoy día y con qué problemas lidian los jóvenes y sus entornos.

En la propia Normal People, Marianne refleja signos de depresión a lo largo de toda la temporada, Connell por su parte también lidia durante unos meses con esto, que se muestra de manera más explícita y reconocible.

Según la UNESCO, uno de cada tres estudiantes ha sido intimidado por sus compañeros en la escuela al menos una vez en el último mes y una proporción similar se ha visto afectada por la violencia física, según la publicación. “La intimidación física es la más frecuente en muchas regiones, con la excepción de Norteamérica y Europa, donde es más común la intimidación psicológica. Los niños percibidos de alguna manera como diferentes son más propensos a sufrir intimidaciones. Según los estudiantes entrevistados, la apariencia física es la causa más común de intimidación.”

350 millones de personas podrían ser diagnosticadas con un trastorno depresivo según la OMS.

Precisamente porque no somos ajenos a estos problemas, es importante que los veamos reflejados en las series y películas que consumimos. Las relaciones tóxicas, la depresión o el bullying son situaciones del día a día que no deberían romantizarse, relativizarse y mucho menos silenciarse.

Llegados a este punto sólo queda recomendar este drama romántico ya si no como producto audiovisual o historia de amor (que ojalá también viváis como tal), como ejercicio de reflexión con uno mismo sobre las relaciones y la juventud.

Lo mejor

Las interpretaciones de los protagonistas.

El monólogo de Connell.

Cómo rompe con los estereotipos.

Su final.

Lo peor

El ritmo lento de la serie,

que puede hacer costoso entrar de lleno en ella

pero que a su vez es necesario para mostrar

una relación tan intensa como la que mantienen.

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