Pablo Alborán, de otro planeta

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David Fraile
David Fraile
Fundador y director de lacajadmusicatv.com - Periodista , historiador del arte y devorador de libros. Coleccionista del universo Pixar.

Se define el acto de prometer como la decisión que toma una persona de hacer algo, comprometiéndose u obligándose a ello; una promesa, como un indicio o señal que hace esperar algo bueno o positivo. Así es como ayer ponía rumbo al Wizink Center para vivir la última de las 4 paradas que Pablo Alborán ha hecho en la capital con su Tour Prometo estando segura, sin nunca habérmelo afirmado el malagueño, de que es fiel a sus palabras y que no deja ni una por cumplir.

Las primeras dos canciones –No Vaya A Ser y La Escalera- las viví a pie de escenario, capturando cada uno de los movimientos que Pablo realizaba en el escenario ante la atenta mirada de las miles de personas que anoche llenaron el mítico Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. Os juro que desde allí, a escasos centímetros del cantante, podía sentir sus nervios y respirar la emoción que brotaba por sus poros.Tras finalizar esos dos temas, me fui a la grada central donde, estando más lejos, pude divisar perfectamente la puesta en escena que acompaña a Pablo en esta gira. Los gráficos, fruto del hermano del cantante, son la guinda que corona una obra maestra. Sin dudar ni un segundo de su profesionalidad, se nota la sangre que ambos comparten y la complicidad que ello genera para conseguir el resultado que ayer nos dejó con la boca abierta a tantas personas.

Un repertorio de temas elegido de forma minuciosa que es capaz de trasladar cualquier alma que lo escuche a otro planeta, Saturno, por ejemplo. Las canciones más recientes del cantante y los temas que abrazaron a Pablo en su camino del famoso sofá blanco a la fama sonaban durante las dos horas de concierto en un vaivén de emociones que marcaban los cambios de ritmo que Pablo ofrece durante el show.

Pablo Alborán es ejemplo de sueños cumplidos, de magia, de lucha e ilusión. De talento, arte, música y voz. Pablo Alborán es la nota que marca la diferencia en un pentagrama perfectamente armonizado. Pablo Alborán es esa última noche de verano a la orilla del mar. Es un encuentro casual en mitad de la multitud. Es un atardecer desde La Malagueta porque, eso sí, su ciudad natal siempre por bandera. Es la sonrisa de complicidad de un desconocido por la calle. Es una cena de navidad en familia tras meses sin verse. Es el abrazo de mamá; el consejo de papá. Pablo Alborán es un poco de cada uno de esos momentos a los que podríamos ponerle su voz como banda sonora.

Ahora, después de haberlo disfrutado en Madrid, pone rumbo a los últimos destinos en casa y a tres paradas que serán inolvidables para el artista: París, Roma y Lisboa. Europa nos lo “roba” por un tiempo, pero sería muy injusto no compartirlo, ¿no?

Pablo, disfruta de lo que viene, exprime cada rincón de Europa y deja tu huella. Echa de menos tu casa, lo justo para volver pronto, a seguir haciéndonos todas las promesas que estamos deseando verte cumplir.

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