RUBÉN POZO Y LICHIS NOS PRESENTAN «MESA PARA DOS»

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David Fraile
David Fraile
Fundador y director de lacajadmusicatv.com - Periodista , historiador del arte y devorador de libros. Coleccionista del universo Pixar.

A veces, en esto de la música, uno no sabe si está ante un loco o ante un idiota. ¡Qué irónica es la vida! De pequeños, los niños quieren llegar a ser estrellas de la música, vender mucho (sic) y subirse a un escenario; ser populares, pero no caer en el fracaso, ¿pues acaso la fama maquilla el tropiezo? Hay en Rubén Pozo y Lichis un aura de perdedores que sobreviven con elegancia en el noble arte del rock and roll.

Después de Pereza (en el caso de Rubén) y La Cabra Mecánica (en el de Lichis), los dos publicaron sus respectivos trabajos en solitario. Rubén firmó Lo que más (Sony, 2012), En marcha (Sony, 2015) y Habrá que vivir (Sony, 2017). En lo tocante a Lichis, Modo avión (2014) y Mariposas & torneos de verano serían los dos largos de su discografía hasta el día de hoy, sin olvidar otros proyectos en los que ha participado, como La Pandilla Voladora, Miguelito o losTroublemakers Blues Review. El 30 de mayo de 2018, se supo que Rubén y Lichis estaban ensayando juntos. Se gestaba Mesa para dos. «Tanto Rubén como yo hemos iniciado nuestras carreras en solitario en un momento en el que nada invitaba a hacerlo: o música independiente o revival, y no estamos ni en un lado ni en el otro. Nuestros conciertos no son de Pereza y de La Cabra Mecánica, son nuestros dos proyectos en solitario mezclados. Creo que es una apuesta romántica: la cabeza y la cuenta bancaria te piden una cosa, pero el corazón te obliga a hacer otra», contaba Lichis en Efe Eme. 

Los ensayos dieron pie a la gira Mesa para dos, diríase que iniciada en el festival Sonorama Ribera (Aranda de Duero, Burgos) en agosto de 2018. Se anunciaron veintiocho fechas, a las que se sumaron otras tantas más. Los trajes de Lichis, la chaquetabrilli-brilli de Rubén… y demás uniformes de guerra, se cuelgan en los percheros de los hoteles de dos estrellas. Si este viaje ha merecido la pena, solo ellos lo sabrán, pero han tenido a bien grabar un epé con seis canciones. Rubén decía que si la bola de nieve seguía cayendo por la ladera, al final tendría forma de disco. Y así ha sido. No los escucharemos en Baqueira-Beret, pero puede que sí en la pradera de San Isidro.

El primer corte, Mesa para dos, se presentó en sociedad en el Late Motv de Andreu Buenafuente. Es muy perceptible el toque de Rubén («corre, corre, corre… Don’t look back!») y el estilo de Lichis en la canción. Los dos firman la letra, pero la música es de Lichis, y eso se nota en la cadencia; las guitarras suenan de doce cuerdas, pero son de seis; el efecto está causado por algunas frases armonizadas y otras en octava. Continuando con el orden, es el turno de Trompas de Eustaquio. Rubén es aquí el protagonista, el primero en empezar la canción después de una guitarra sostenida: «Quisiera recordar mañana… todo lo dicho. Quedarán solo patadas… contra mí mismo». Es un tema éste al que hay que darle su tempo; llega a explotar, pero necesita paciencia. Rubén Pozo brilla aquí, es uno de sus (muchos) buenos momentos. 

Después está Loquillo. Tal y como cuenta el autor del tema, Lichis, «no es ningún recado ofensivo a Loquillo», sino una reflexión «sobre la inseguridad»: «lo que significa ser hombre o el retrato del rockero como macho alfa y suicida […] en un negocio tan neoliberal y tan cruel como éste, en el que no hay lugar a la duda y todo tiene que ser la sonrisa y la seguridad en uno mismo o la empata». Luego, con Canción maldita, sigue habiendo rock and roll, pero ahora con un estilo más Rolling Stones. Aunque comparten voces, es terreno de Rubén: el momento del pantalón pitillo y la camiseta de rayas.

Equilibrar el repertorio de un álbum no es tarea sencilla, y más cuando se comparte autoría de los títulos. En el caso de Rubén y Lichis no hay problema; las canciones de uno y otro son reconocibles, pero se miden por igual haciéndose coros, en la adaptación de la voz a una canción que le es en parte ajena. 

Nudo sur es Lichis, horas muertas en el Cercanías. Y con Batiscafo verde se acaba el trayecto. El tren continúa su camino, pero ya fuera de servicio, al menos hasta el momento. Se aleja a ritmo de reggae, con el órgano Hammond de César Pop. Esta colección de canciones dura un viaje -en vagón- que va desde el centro hasta Alcalá, Leganés, Móstoles o Alcorcón, en el exilio, donde todo parece más lejano, viendo la vida pasar esperando un tren en el ocaso del extrarradio.

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