The Batman, una nueva forma de narrar la oscuridad de Gotham City (Con spoilers)

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Almudena Fuentes Sánchez
Almudena Fuentes Sánchez
Cineasta y periodista dispuesta seguir creciendo. Mi gran pasión es el cine y por eso, no me conformo solo con verlo.

El viernes fui a ver The Batman. He querido esperar para asentar las ideas y la euforia del momento y poder escribir estas líneas dejando de lado el amor que siento por el personaje y el concepto Gotham City.

Pero cuando una película es espectacular lo es, y no influye que la temática sea de tu agrado o no. The Batman es todo lo que una vez quise ver de este héroe oscuro y deprimido. Adelanto que esta crítica si contiene spoilers.

Tanto Robert Pattinson, quien interpreta a Batman, como Matt Reeves, director a cargo de este filme, ya avisaron de que no sería comparable con lo que habíamos visto hasta ahora. Y es cierto. Ellos ya describieron el proyecto como una película de detectives para preparar a los espectadores y a la crítica antes de llegar a las salas.

La narrativa es lenta, cuidadosa con cada plano y cada segundo de información que nos lanzan. No hay apenas acción en las dos primeras horas de historia, lo que hace que te agarres al asiento y sientas la necesidad de adelantarte a la mente de los mejores detectives de Gotham e incluso del asesino en serie a cargo del desarrollo de los hechos: Enigma.

Un capricho irreal puesto que, si Riddler siempre va tres pasos por delante de Batman y de nosotros, Matt Reeves deberá ir por lo menos otros tres más por delante del villano.

Antes de centrarme en el impecable trabajo de Paul Dano, quiero hablar del Batman de Robert Pattinson. El actor abre una nueva etapa y un nuevo universo que espero, siga por el mismo camino por el que han empezado a construir en esta película.

Nuestra mente está hecha a un Batman duro, impenetrable incluso y que no deja ver sus sentimientos mientras está dentro del traje y Bruce Wayne ha sido hasta ahora, la faceta en la que los sentimientos afloraban.

Robert Pattinson nos ha puesto la piel de gallina solo con su mirada y sus ojos brillantes llenos de lágrimas. Nos ha enseñado un Batman que comete errores básicos.

Aquí no existe un Lucius Fox que perfecciona su tecnología según avanza la trama. El material con el que trabaja es el mismo desde el principio y como tal, falla.

Recordemos algo que a muchos parece que se les olvida. Batman solo es un multimillonario con tecnología que se convierte en justiciero, no tiene superpoderes como otros personajes del universo DC. El hombre murciélago no vuela, solo planea utilizando su capa.

El terror en los ojos de Pattinson cuando tiene que saltar de un edificio, lo dice todo. El golpe tras su caída, dice aún más. Que su traje no sea invencible y le afecten de cierta forma las balas, lo traduce todo en realismo y me gusta ver esta faceta humana e imperfecta retratada desde la interpretación del protagonista y no desde el drama innecesario de que ha fallado en la que sea en ese momento su misión.

Nunca antes nos habían mostrado tan terroríficamente el punto de vista de los delincuentes y el miedo en sus ojos cada vez que la batseñal aparece en el cielo. Siempre hemos tenido claro a por quién iría Batman de todos aquellos que están delinquiendo al mismo tiempo pero ahora el juego ha cambiado. Matt Reeves ha querido plasmar lo que significa no hacer las cosas bien en esta nueva versión de la ciudad de Gotham. Las sombras, la mayor pesadilla de los que no se comportan y que produce escalofríos en el espectador.

La batcueva, su lugar de protección, tampoco aparece apenas en la película pero no la echamos de menos. No es necesaria para brillar. Aunque del mismo modo, si me habría gustado ver un poco más de Andy Serkis como Alfred, un personaje que siempre me produce ternura.

En muchas ocasiones sentí que estaba viendo escenas de la serie Gotham dónde James Gordon queda en segundo plano una vez más. Aún siendo el único que está a la altura de las circunstancias, funciona como complemento y no importa, no se nota, funciona y Jeffrey Wright está impecable.

Es cierto que algunas escenas tienen la esencia de la serie de televisión. Quizás porque también está enfocada a la línea narrativa de The Long Halloween, como la cuarta temporada de Gotham. Pero había escenas que sentí que ya había visto antes, aunque con los personajes cambiados. Un alcalde en vez de un político cualquiera, Penguin en vez de Riddler, etc…

Paul Dano y su magnífica interpretación de Enigma devoran la pantalla. Los villanos suelen tener el mismo tiempo de pantalla que el mismo Batman y en esta historia eso ha cambiado. Apenas aparece y la mayoría de sus intervenciones son en la sombra y a través de videollamadas o internet con el aliciente de llevar la máscara. Solo hay dos escenas importantes en la trama en las que le vemos desnudar su alma.

La primera, su detención en una barra de bar estilo Nighthawks pero con neones en la que Paul hace magia con su rostro en tan solo cinco segundos. Y no necesitas nada más para reconocer que está hecho para este papel.

Y la más espectacular, la conversación entre héroe y antihéroe. La perfecta representación de esa necesidad sublime que tiene Enigma de encontrar a alguien que esté a su altura, hasta llegar a fabricarlo artificialmente. Edward se ha sentido invisible y desplazado toda su vida, un concepto que no soporta y que lucha por eliminar y superar a través de demostrar su gran intelecto y una batalla personal con la que busca la alianza con el hombre murciélago. Un símil de la obsesión que tiene El Joker con su archienemigo. Son iguales pero a la vez no lo son. Ambos buscan lo mismo, pero de distinta forma. Acabar con la corrupción y las mentiras de las élites.

Por fin hablamos de la oscuridad de la familia Wayne y no solo del fallecimiento de Martha y Thomas.

Parece que no sabemos hablar del universo de Gotham sin nombrar a Joker pero este Enigma es un bonito homenaje a su forma de trabajar. Llamar la atención de una parte de los ciudadanos para hacerlos colaboran en su infalible plan. Sus corderitos.

Collin Farrel, por otro lado, es un muy digno sucesor de Danny Devito y Robin Lord Taylor en lo que se refiere a live actions. Un Pinguino mafioso que le baila el agua al que esté al mando en el momento y que promete hacerse con Gotham muy pronto. Parece que, si su historia continúa en las próximas entregas, no necesitará la piedad de nadie. Más bien Gotham necesitará la suya.

La presencia de Zoe Kravitz como Catwoman es hipnotizante pero se mantiene como un personaje en proceso de creación, o más bien en evolución. Una villana inconexa a la que le queda mucho que aprender y muchos sentimientos que controlar en situaciones extremas pero cautivadora como nadie más en la pantalla.

La renovación real es el punto de partida. Si Bruce Wayne colaborase más económicamente en mejorar la ciudad, no serviría de nada. Su dinero acabaría de nuevo en manos equivocadas porque así funciona esta ciudad que no es nada fácil cambiar.

El final de la película es una metáfora en si misma. La bengala como símbolo de la salvación, de ese cambio real que solo algunos persiguen y por orden, coge la mano del niño huérfano y de la prometedora posible alcaldesa, dos figuras clave de lo que tiene que significar el futuro. Juventud y políticos que quieran hacer las cosas bien desde dentro.

Técnicamente, el filme es impecable. La fotografía es brillante e incluso me ha costado entender algunas de las planificaciones de luz que se han llevado a cabo. Matt se ha permitido investigar, jugar escondiendo a Batman en zonas oscuras de la imagen con planos poco comunes, y recurrir a un montaje distinto en lo que a ritmo se refiere.

La banda sonora, compuesta por Michael Giacchino, se ajusta a la perfección a lo que la historia pide y ese Ave María como inicio y culmen de todo pone la piel de gallina a cualquiera. Como algo a destacar, al principio de la película es difícil entender los diálogos. La banda sonora tapa las voces de los personajes y cuesta no perder la concentración, aunque es algo que se acaba solucionando.

Me gustaría finalizar destacando la incorporación indirecta de ese Joker que aún no es Joker, en una escena que es claramente un homenaje a la última escena del capítulo 11 de la cuarta temporada de la serie Gotham, aunque en ella es Oswald Cobblepot el que se cruza en el camino del futuro Joker de Cameron Monaghan, ese del que todo el mundo se olvida.

The Batman quizás no es para todos los públicos pero nadie puede negar que es un trabajo muy bien hecho y que deja con ganas de más, de mucho más.

Matt Reeves y Robert Pattinson ya hablan de una continuación en la que perfectamente se puede pasar por alto al Joker a pesar de ser la sorpresa final de esta entrega y centrarse en, por ejemplo, y como le gustaría a Pattinson, La Corte de los Buhos o presentarnos a Barry Keoghan en condiciones y seguir el camino de The War of Jokes and Riddles.

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