UNIKORNIO , LLEGÓ … «Y después de la música … Pablo López»

Siempre el mismo reto exigente. Son las 23.57 horas y el corazón me va al «tempo» del silencio de la espera antes de un galope rutilante, el de ese UNIKORNIO, que se espera, se ansía, se busca siete veces bajo la sombra de la luz de su «niña de la linterna». Leo tuits, veo comentarios en el chat interactivo de youtube previo al estreno y siento la emoción orgullosa de aquel que vio crecer a un artista que admira, y aun ser humano que quiere.

Aún recuerdo, y lo he contado alguna que otra vez, la sensación de cambio que tuve cuando conocí y conversé por primera vez con alguien que sonreía al susurrarme entre respuestas que él había «visto morir sus sueños y los había visto resucitar» en aquella sala donde aquel niño empezaba a hacerse mayor.

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Las 00:00 horas y la cuenta atrás finaliza, las alertas se disparan, las lagrimas de silencio huyen, las notas duelen y los recuerdos tatúan el «unikornio» que ya vuela a través de la luz de esa niña, la música, que desde esta noche se ha convertido en la mujer más bonita del mundo.

La música que es «tan bella, tenía pinta de doler», el aterrizaje forzoso de ese Mayday, el KLPSO2 que nos atraviesa entre acordes menores y cadencias perfectas, las letanías que resuenan de los metales, la orquesta que compone el puzzle perfecto de palabras que están y desparecen, el hilo rojo musical que conecta el desastre y la paz , el coro que clama por «para siempres» al tempo, el KLPSO fundamental que aparece entre staccatos que dan paso al recogimiento de una voz golpeada por la propia música, arañada siete «antes de ti» y después de ti, simplemente … es.

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Dicen, que el más grande creador de sinfonías, Beethoven, dijo una vez : «lo que tengo en el corazón y en mi alma debe encontrar una salida. Esa es la razón de la música». Unikornio es el mapa, la brújula guía de un creador vertiginoso en la que el silencio no existe , es el dibujo de niño que se hace mayor, que cabalga en la esencia del clasicismo más puro a la modernidad más descontroladamente medida.

Este disco es un espejo emocional, es un recorrido vital, una desnudez libre de alguien que para, mira para atrás y desde la paz de una canción sonríe a través de las alas de una frágil pero fuerte mariposa. Es la creación metódica de un músico que exprime los limites, que eleva la excelencia la producción tejiendo pasado, presente y futuro, lo lejano y lo cercano, lo conocido y por conocer.

Aquel capaz de mezclar baterías , metales, esencias con sabor árabe, disonancias que duelen y bailan al ritmo de un «si bemol» que nos lleva hasta la locura infinita. Pablo López acaba de cambiar la música, asúmanlo. Ya lo era, pero este disco es la confirmación dibujada entre las estrellas de la constelación de «unikornio» de un músico con LIBERTAD, con IDENTIDAD propia, con carácter y con un talento que señoras y señores no tiene límite.

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Unikornio es más allá que un festival de canciones que recuerdan, que suenan, o que reconocemos, Unikornio es un un concierto de año nuevo desde su «caos perfecto inicial», donde sinfónicamente y en esencia se nos muestras todos los temas, instrumentos, mensajes, llega al final, al último movimiento como «gran marcha radetzky» que define su «stay» desde la seguridad que le dan las canciones.

Este disco le resuelve preguntas, le cierra puertas, le reconcilia con la imagen del espejo, esa que se rebela a la realidad que se pierde en su cabeza entre «porqués» y silencios, es el acto de rebeldía de los sueños que no se susurran, se reclaman, se gritan, de una reconciliación entre cenizas que renacen, que ya aprendió a ser libre a lomos de su incendio y su libertad, de los imposibles que nunca se rindieron.

Nos has regalado una invitación a soñar sin el límite de nuestra memoria, nos has tatuado tu identidad a golpes de cambio de tonalidad, has vestido tus miedos de los nuestros y tus esperanzas de ganas de vivir entre acordes imposibles y sombras que alcanzan la luz infinita de aquel que ha sabido comprenderse, perdonarse y ser perdonado.

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Son más de las cinco de la mañana y las canciones caen una y otra vez encontrándolas cada vez un sentido distinto. Mientras tanto la música empieza a susurrarse, pero sigo escribiéndote desde mis cicatrices a las tuyas , con las alas recogidas y la mitad de corazón que aún sigue latiendo dentro de mí a golpes de ese piano que voló una madrugada de invierno, un dieciocho de diciembre en abrazos que se echan de menos.

Y en el fondo del salón, una niña juega con la luz de sus cenizas, con la esperanza de que mañana vuelva a ser feliz, una niña, la música, que se hizo distinta y diferente escondida entre tus manos bailando una y otra vez en el «tempo» de su sueño tatuado a gritos.

La mañana llega y el «rojo primavera» se refleja en el espejo, volvamos a volar … porque al volar… soñamos; porque al soñar… vivimos, y si vivimos encontramos la razón de la música, y detrás de la música siempre tú … Pablo López.