He aquí, así pues, una preciosista composición con entidad propia lista para volar, algo que Carlos ya logró meses atrás con las revisiones de “Dolores se llamaba Lola”, de Los Suaves, o “La luna me sabe a poco”, de Marea, otras dos piezas que brillan con luz propia en su particular joyero sonoro.
“Y sin embargo”, oro de muchos quilates en estado puro, otro nuevo golpe de efecto de Carlos Escobedo: pura impronta propia, he aquí al referencial artista rematando con su aura una nueva canción.