El Concert Music Festival de Chiclana volvió a colgar el cartel de completo para recibir a Melendi, que ofreció un concierto cargado de recuerdos, emociones y la energía que lo ha convertido en uno de los artistas más queridos del panorama musical español. Ante un recinto abarrotado, el asturiano demostró por qué sus canciones siguen traspasando generaciones.
El show comenzó con “El parto” y continuó con “Tocado y hundido”, tema con el que el público se entregó levantando las manos y coreando cada verso. Entre canción y canción, Melendi agradeció el ambiente con su característico humor:
“Qué se puede dar más que el tiempo… sino, además de este calor que estamos pasando hoy, pero siempre se agradece el calor humano que tengo delante”, dijo arrancando sonrisas entre los asistentes.
Desde el inicio, dejó claro que este tour es especial:
“Vamos a continuar este repaso de 20 años que en realidad no son 20, porque empezamos esta gira hace 4 años, pero prometo que esta va a ser la última porque sino vamos a tener que hacer la de 30 en cuanto terminemos”, bromeó antes de presentar una de las joyas más antiguas de su repertorio: “Con la luna llena”, la primera canción que sonó en la radio cuando él tenía apenas 17 años. “Perdonad la poesía de ese niño”, comentaba divertido.
No faltaron clásicos como “Caminando por la vida” o “Un violinista en tu tejado”, que transportaron al público a los años dorados de la carrera del cantante. Tampoco “Barbie de extrarradio”, introducida con un guiño a la realidad:
“La verdad que cuando no te quiere, no te queda otra”, comentó entre risas.
Uno de los momentos más íntimos llegó antes de “Tan tonto como yo”, cuando Melendi reflexionó sobre la importancia de quererse a uno mismo:
“Durante muchos años en mis conversaciones no me traté muy bien… me miro, me señalo, me desenmascaro y me digo que me voy a querer un poco más y a hablarme mejor… Tengo muchos defectos, pero también muchas virtudes, ¡coño!”
El setlist fue un viaje por toda su trayectoria, con canciones como “Como el agua y el aceite”, “Cenizas en la eternidad” —que emocionó a las casi 6.000 personas presentes, iluminando el recinto con sus móviles en uno de los momentos más mágicos de la noche—, y éxitos como “La promesa” y “Destino o casualidad”.
Hubo espacio para un medley nostálgico con “Un recuerdo que olvidar”, “Sé lo que hicisteis” y “Hablando en plata”, además de joyas como “Como una vela”. La potencia instrumental se notó en todo momento, con batería, percusión, teclados, dos guitarras eléctricas, chelo, coros, bajo, piano y hasta guitarra flamenca, que dieron color y fuerza a cada interpretación.
No faltaron himnos como “Cheque al portamor” y “Tu jardín con enanitos”, tema que el artista introdujo con humor:
“Les puedo asegurar que desde que viajo tanto, el único jardín que echo de menos es el de mis enanitos”.
El tramo final fue pura energía con “Loco” y “Arriba Extremoduro”, cuyo estribillo el público coreó antes incluso de que comenzara la canción, seguido de “Canción de amor caducada”. Cuando parecía que el show llegaba a su fin, Melendi tenía guardado un último regalo: “Lágrimas desordenadas”, interpretada tras un discurso que arrancó los aplausos más emotivos de la noche:
“Hagamos que no todas las lágrimas sean de tristeza, que no todas las palabras sean en voz alta, que no todas las opiniones tengan el mismo crédito, que no todas las miradas sean desconfiadas, que no todos los miedos… que no todos los sueños sean inalcanzables, que todas las guerras sean en la cama y que no todas las despedidas sean amargas”.
Con un público que unía voces de niños, adolescentes y adultos, gritando “¡Viva Melendi!” a pleno pulmón, el asturiano cerró en Chiclana la primera de dos noches irrepetibles, cargadas de recuerdos, emociones y pura verdad.
