Ayer por la noche se daba por inaugurada la nueva edición del Universal Music Fest, con el primero de los 4 conciertos que Pablo López realizará en la capital madrileña en el Teatro Albéniz. Sin duda ver al genio malagueño se ha convertido en una hermosa tradición dentro de esta #cajadmúsica y en una noche tan especial no podíamos faltar.
Lleno hasta la bandera, Pablo López volvió a rendir homenaje a la música, a su música, con un público entregado que era consciente de lo que iba a recibir. Son muchos conciertos en la memoria ya a su lado y creo que cada día lo comprendo más. Pablo López en cada show, cada concierto, incluso por que no en cada canción, eleva su pirueta de exigencia buscando superar siempre sus propios límites.
Aunque las manos lloren, el alma duela, los abrazos se conviertan en acordes mayores, la capacidad que tienen sus canciones de envejecer latiendo imprescindibles, hacen que su voz se dibujen las arrugas de su sonrisa. Pablo, cada temporada, cada gira se exigen un poquito más desde el más extremo talento.
Las canciones corretean en el escenario en un ejercicio catártico de rejuvenecimiento pleno, donde no sabes si el abrazo duele, aunque sea el más grande todos los tiempos o entras por primera vez en su patio, de donde no vas a querer salir jamás. Cada concierto es uno, es distinto, es diferente, es una experiencia de reencuentro de tus recuerdos con su banda sonora, que es la de la vida de todos los que estábamos ayer en ese teatro.
Pablo López tiene ese punto de rebeldía canalla contra sus propios límites, por que no los tiene. Ayer sus manos dibujan al aire sonidos al silencio, variaciones armónicas de melodías que se transformaban en nuestra alma en algo nuevo, caricias de guitarra, contraluces de piano para susurrarnos que «no se arrepiente» de toda esta locura maravillosa.
Son diez años y parece que fue ayer. Él, es capaz dibujar, de crear la magia de las primeras veces, en cada acorde al descubrir en la mirada de «la niña de la linterna» escondido el fuego de la música, tejer su «incendio» en el nervio maravilloso de una banda brillante, por que lo saben … su palabras de Quasi, siempre estará el camino, el fuego y la libertad.
Siempre diré querido amigo, que aunque el tiempo marque distancia, te espero aquí, escondido tras un objetivo y con la libertad de mis palabras en silencio te doy gracias por disfrutar a noche de nuevo, de una primera vez.
Y al final, cuando el tiempo pase y la música quede, cuando miremos «el mundo» podremos decir que alguna vez jugamos en el patio de un genio, jugamos a hacer y sentir, jugamos con Pablo López.
Feliz segundo día.
