A sus cincuenta años recién cumplidos, Rubén Pozo lanza “50town”, un disco que transforma la palabra “cincuentón” en un territorio imaginario donde la edad madura se convierte en motor creativo. Lejos de la solemnidad, Pozo reivindica este momento vital con lucidez, humor y energía rock, firmando un trabajo breve, directo y lleno de vitalidad.
Producido por Ricky Falkner y grabado en los estudios Casa Murada (Tarragona), su quinto álbum de estudio reúne diez canciones concebidas y tocadas casi en directo, con la urgencia y la electricidad propias de una grabación de este tipo. Lo acompañan Loza a la batería, Sergio Valdehita en teclas, Falkner al bajo y coros, junto a las colaboraciones de Angie Sánchez y su hijo Leo. La mezcla estuvo a cargo de Jordi Mora, también técnico durante la grabación.
Musicalmente, el álbum se enmarca en el rock en castellano, el lenguaje natural de Rubén. Alterna piezas intensas y eléctricas con momentos más íntimos, en un sonido que incorpora teclas y algún sintetizador puntual, pero que conserva la esencia de siempre: un músico cantando con su guitarra acompañado de una banda clásica. En lo lírico, el disco retrata la llegada a la cincuentena como una etapa inesperada, vivida con frescura y autenticidad, sin renunciar al humor ni a la mirada crítica.
Las canciones ofrecen un amplio abanico de emociones. El propio arranque, “50town”, es un himno generacional que crece desde la sencillez acústica hasta un estribillo contagioso y vitalista. “Efímero”, que además llega con un videoclip oficial dirigido por Alon Walrus, destaca como uno de los cortes más potentes: riff cavernícola, voz grave, letra afilada y un mensaje claro: la vida pasa volando, pero las canciones permanecen. “Cantar” recupera la alegría de hacer música por puro placer, nacida de una clase de canto que le recordó por qué empezó todo: cantar para ser feliz. “Fuera de quicio” suena como un cuento medieval eléctrico, mientras que “Garabato” se convierte en una declaración de amor sin estribillos, directa y sincera. En “El puto amo”, Rubén descarga rabia e ironía con actitud rapera sobre una base de distorsión rockera, en una pieza liberadora y feroz.