Ayer Aitana jugaba en casa, y jugar en casa siempre es algo especial y emocionante pero a la vez se añade una presión y responsabilidad que quizás en otras ocasiones no existe. Aitana llenó el Palau Sant Jordi rodeada de su fiel público y arropada por su familia y amigos… sin duda una de las ventajas de jugar en casa.
Desde que pisó el escenario hasta que todo se acabó la sonrisa de Aitana no se apagó, como el brillo de sus ojos que mostraban una emoción y felicidad especial. Siempre es bonito ver como alguien alcanza sus sueños, ver como alguien es feliz haciendo lo que más le gusta aunque esto a vedes conlleve algunos sacrificios como ella misma admitió cuando agradeció la presencia de su familia y amigos, a los que le gustaría poder ver más.
Si algo nos cautivó de Aitana y sus compañeros de aquella edición de “OT 2017”, la cual muchos aún recordamos, fue una transparencia e inocencia especial. Creo que de ellos aprendimos que los filtros solo existen en Instagram, que las emociones hay que mostrarlas sin pudor, que la amistad existe en un mundo en el que muchas veces se convierte en una competición constante por factores externos a ellos… Nos mostraron que a veces el más pequeño de los detalles puede convertirse en el más grande… y todo esto ayer yo lo vi en Aitana. Ayer vi a una Aitana dándolo todo en unas coreografías que quizás tiempo atrás hubiesen sido imposibles en las cuales un impecable, incansable y elegante cuerpo de baile la acompañan sin parar un segundo durante todo el show. La vi hablando de un fallo técnico de la manera más natural posible, la vi frágil y emocionada agradeciendo lo que le esta pasando, la vi grande en aquellas canciones en las que solamente está ella y su voz… y creo que esto es lo que la esta llevando a conseguir todo lo que esta consiguiendo.
Entre “Barro y Hielo” jugó con su amigo y compañero de profesión Alfred… y en mi opinión ahí el tiempo se paró por primera vez. Se olvidaron de dónde estaban y disfrutaron como solo ellos saben hacer con eso que les une más allá de la amistad… LA MÚSICA.
No faltaron esos temas que ya forman parte de su historia y la nuestra como “Someone like you”, “Issues”, “Bang Bang” y ese “Arde” que puso al Palau Sant Jordi del revés una vez más. Los aplausos no cesaron con “Nada sale mal” y ese mensaje tan importante que ella recalcó en el que aseguró que «Hay que arriesgar siempre»… y la emoción apareció en varios momentos como en “Cristal” dónde hablar de la fragilidad de uno mismo se normaliza sin miedo, algo muy importante en los tiempos que vivimos, “La Miel en los labios” o “Vas a Quedarte”…
Sin duda ayer Barcelona, el imponente Palau, fue CASA y le recordó a Aitana que no está sola en este camino que prácticamente acaba de empezar. Ella recordó que nada sale mal cuando una arriesga y su gente le contestó que va a quedarse siempre. Tal y como os decía al principio de estas palabras, jugar en casa siempre es especial y Aitana ayer lo aprovechó y fue feliz, así que presiento que esto es el inicio de algo muy grande y sobretodo de que aún le quedan muchos “palaus” por llenar… Eso sí… Espero que su emoción, su inocencia y transparencia no se pierdan por el camino y que esa esencia y magia que la convierten en alguien especial la acompañen siempre, porque es así como lo pequeño se hace inmenso.
Marta Juanola