Buscando el fresco, ‘Comando al sol’ se pierde esta semana en bosques milenarios, en despobladas tierras de brañas y osos. Viaja a las entrañas de los pueblos, busca la arquitectura imprescindible y los tesoros gastronómicos de la desconocida montaña palentina. Después, recala en las Rías Altas gallegas, se asoma a escarpados acantilados, disfruta de las tranquilas playas de Viveiro, abraza al árbol más grande de España y salta en uno de los festivales de música más multitudinarios de Europa.
‘Por las Rías Altas’
La ría más ancha del Cantábrico da acceso a Viveiro, un lugar para pasear por acantilados imposibles, comer una de las mejores merluzas de pincho o asistir al Resurrection Fest, un festival musical que altera la rutinaria tranquilidad de esta pequeña localidad de 15.000 habitantes. Bares y restaurantes llaman la Marea Negra a los asistentes, un mar de gente vestida de oscuro que, al contrario de lo que el nombre pudiera sugerir, trae vida, negocio, alegría y dinamiza la localidad. “Al principio había reticencias por las pintas que trae la gente, son melenudos, etc. pero es una inyección importantísima para el pueblo” cuenta Víctor, dueño de un bar.
Fociño do Porco es una de las rutas más concurridas de toda la Mariña Lucense, una caminata por acantilados hasta una de las puntas de entrada de la ría de Viveiro. “Es impresionante, los acantilados, las grandes olas, el viento…” aseguran los caminantes. Siete de cada diez euros que genera la localidad son por la merluza de pincho. Se pesca una a una con anzuelo. Otro de los espectáculos naturales de esta pequeña localidad marítima es Souto de Retorta, uno de los eucaliptales más ricos de Europa, contiene los ejemplares más centenarios de Galicia. Se plantaron para controlar las riadas y necesitan 100 litros de agua al día.
‘La montaña desconocida’
Carne de cordero, ajo, pimienta, cayena, laurel, vino blanco y mucho calor… Así se hacía el guiso del pastor tradicionalmente y así se sigue haciendo 50 años después en la fiesta de la montaña palentina. Sebastián madruga para preparar en la calle 26 ollas de caldereta de cordero. Por dos euros adquieren una cazuelita de barro y turistas llegados de toda España acuden a comer gratis y disfrutar la naturaleza.
Muy cerca, en Cervera de Pisuerga, se encuentra la casa de Piedad Isla. Una vecina avanzada a su tiempo que convirtió su vivienda en el museo de un mundo que ya ha desaparecido. Arados, badilas, cocinas económicas, rastrillos, celemines, pupitres de la escuela de los años 60… Piedad recorrió en moto su tierra e hizo más de 130.000 fotos que ahora los abuelos enseñan a sus nietos para que la memoria no se pierda. En el pueblo vecino, Olleros de Pisuerga, Abel, uno de sus 40 habitantes, enseña a decenas de turistas una ermita excavada en la roca. Conocida como la catedral del arte rupestre, recibe trece mil visitas al año y es uno de los edificios románicos que posee Palencia. La provincia atesora la mayor concentración de románico de Europa.
Guiados por Minerva, ingeniera forestal y empleada de la Casa del Parque de La Montaña Palentina, otro grupo de turistas se adentra en la Tejeda de Tosande. Es una de las mayores concentraciones de tejos milenarios, huellas y restos de Oso Pardo. La desconocida montaña posee más de 70 cumbres que superan los 2000 metros. Hay quien dice que el arco de Robin Hood se hizo de madera de tejo español, quién sabe si de la montaña palentina.