Cámara en mano, entre bullicios y silencios, Carlos Marqués-Marcet junto a David Verdaguer y María Rodríguez Soto, quienes aportan mucho más que deliciosas actuaciones, miradas y pedazos de sus vidas, materializa(n) en imágenes el torrente de sensaciones que alborotan la existencia de aquellos que reciben la apabullante noticia de que pronto van a ser padres. Todas ellas, al igual que en una avalancha, se amontonan y transforman los contextos vitales de unos protagonistas inmersos en plena búsqueda de su propio lugar en el mundo.
Y es que podría considerarse el retrato de una generación perdida, en la que se incluyen los mismos, a la que afectan múltiples enigmas sociales tales como un futuro laboral deshonesto e injusto que desfavorece la estabilidad económica y emocional necesarias para cuidarse tanto a sí mismos como a quien está por venir. Enigmas laborales, como eufemismo de precariedad que, aunque en un principio no entienden de géneros, se feminizan rápidamente en cuanto a maternidad se refiere, al ser ella, la madre, quien pierde su trabajo, su motivación y es encerrada entre muros los cuales, ejerciendo de bolsa amniótica, le impiden tomar decisiones con libertad, la restringen y secuestran por casi nueve meses de gestación. Algo a lo que contribuye la configuración del padre, retratado desde la complejidad más absoluta, una figura llena de aristas que refleja la sacudida que sufre la frágil masculinidad al ser desplazada del centro por la madre. Un padre primerizo que, al no portar la vida en su interior y querer ser parte, se apropia del cuerpo de la otra pretendiendo convertirse en el cordón umbilical que suministra alimento y vida. Pero también un padre que se sacrifica, que renuncia a su vocación por los dictámenes patriarcales de la figura del pater familias los cuales producen incomunicación y desentendimiento llegando a perder ambos de vista los resquicios de lo que un día los enamoró. Quizás el dibujo del padre y de la madre, contundente, fiel y dual, sea lo mejor de la película, junto a la complicidad y los anhelos de dos personas que consiguen trasladar su amor real a la pantalla.
Por ello, no exagero al subrayar que la paternidad y maternidad se abordan desde una perspectiva de género, feminista, fundamentada y coherente, en la que temas tan cruciales como el control del cuerpo femenino a la hora de abortar, la violencia institucional ejercida contra las mujeres en el ámbito sanitario sobre todo en lo referente al proceso de alumbramiento y posparto que la protagonista teme, pero que finalmente no experimenta, y el abandono de la figura del padre nada más nacer por la inexistencia de una ley de permiso de paternidad igualitaria y equitativa, que parece ya estar en camino, dejan de ser etéreos para, con suma sutileza, plantar cara desde el relato a la realidad y denunciarla.
Una cinta muy cercana al documental, por su tratamiento e inclusión de material real como recurso estilístico y argumental constituido por un extenso audiovisual generado por los propios padres de María desde antes de su nacimiento, uniendo pasado y presente, pero no por ello menos visceral, auténtica, generosa y emotiva.
Una vez más, brillante.
#Losdíasquevendrán
Por Javier Hurtado Torres