Una de las cosas que tiene este confinamiento es hablar con cierta calma con amigos en la distancia, preguntarles de verdad cómo se encuentran y mirarlos a los ojos , aunque sea digitalmente, para saber entre sus silencios como de verdad están. Conversamos con Andrés Suárez sobre música, sobre vida, sobre lucha, quizás de despedidas injustas pero también de reencuentros … de ese día después que la vida nos permita volver a abrazarnos detrás de un escenario, de tomar un café con la ilusión de una canción nueva o un disco que nos devuelva hasta cierto punto la esperanza que un día se marchó.
Conversar con Andrés Suárez es mirar directamente a los ojos de la música, es arañarte de sinceridad desbocada y bailar entre compases que aún y todavía no se escribieron y puede que no se escriban jamás. Es también intensidad como la mía, intensidad de aquellos que recomponen sus piezas en cada amanecer , que reconstruyen el puzzle de un espejo que no quieren mirar y que con la luz de un nuevo día nos devuelve la esperanza.
Con Andrés no hace falta ni excusa ni motivo para conversar, es necesario, es sanador. Andrés Suárez tiene la mirada con aroma a nostalgia , la luz de un presente que parece incierto y el silencio de un futuro que anhelamos y pueda salir bien. Gracias amigo. Simplemente gracias. Gracias por seguir creando música esa que fotografía tu emoción de cada instante, esa música que araña tu voz con una emoción distinta y pinta un hasta pronto con sabor a promesa que se ha de cumplir.
Brindo por la vida, brindo por la sonrisa , brindo por la música… la tuya y por esa promesa en forma de un chiste que tendrás que cumplir. Hasta pronto amigo.
Foto : Cris Sánchez-Moreno