Andrea Vilallonga está de vuelta y a muchos niveles. Acaba de publicar su nuevo libro, «Ni Puto Caso», cuya acogida la tiene emocionada: “Estoy muy contenta con la acogida del libro”. Además, se ha reincorporado al profesorado de esta nueva edición de Operación Triunfo, que lleva semanas en marcha.
En nuestra conversación descubrimos que «Ni Puto Caso» no es un simple libro. Es casi un manual, una guía para aprender a hacerse escuchar y, al mismo tiempo, para dejar de escuchar aquello que no nos aporta nada positivo. “Hay que empezar a poner límites a quien hacemos caso de verdad”, explica, con esa mezcla de firmeza y cercanía que la caracteriza.
Su mensaje tiene continuidad con todo lo que ha construido a lo largo de su carrera, en sus clases, en sus libros y ahora en OT insiste en lo mismo. Primero observar antes de juzgar, después aprender a reconocer lo que hacemos bien y no solo lo que hacemos mal. “Juzgamos constantemente lo mal que lo hacemos y muy pocas veces observamos que también hacemos cosas bien”, recuerda, reforzando esa idea de valorar lo positivo, un concepto que viene repitiéndonos desde sus primeros libros.
En sus clases, en sus libros y ahora en este regreso a Operación Triunfo, Andrea insiste en la misma idea: observar antes de juzgar, aprender a ver lo que hacemos bien y no solo lo que nos hacemos tan bien, “Juzgamos constantemente lo mal que lo hacemos y muy pocas veces observamos que también hacemos cosas bien”. Reforzar lo positivo, un concepto que ella viene repitiéndonos desde sus primeros libros.
La comunicación, insiste, es mucho más que palabras. “La comunicación es quien eres y quien pareces ser”. Porque lo que no se dice, o el cómo se dicen, tiene tanto peso como las propias palabras.
Hablando de su regreso a OT, Andrea lo describe como un volver a casa. “Estar en OT me da sensación de casa”, dice, emocionada. Confiesa que está recibiendo mucho cariño del público, algo que la ha hecho tomar conciencia de cuánto la echaban de menos y de la importancia que le dan a sus clases. Entre risas, nos cuenta que muchas personas la escriben para decirle que cada sábado se sientan delante de la pantalla con la libreta para tomar apuntes, algo que, en plena era digital, es maravilloso.
El humor forma parte de su esencia, y también de la manera en la que ella decide abordar temas serios o densos. “Me gusta contar las cosas serias de manera graciosa”, dice, y entre risas recordamos los inicios y las preguntas eternas de “¿Pero tú qué haces?”. Ahora, añade con satisfacción, “Por fin la gente ha entendido para qué sirven mis clases”, algo que demuestra el gran trabajo de comunicación que lleva haciendo durante todo este tiempo.
Andrea Vilallonga no propone un camino fácil ni un discurso cómodo. Tampoco la fórmula perfecta o infalible. Ella nos propone un trabajo de atención, intención y conciencia. Propone aprender a decidir cuándo y cómo hablar, cuándo callar y a quién escuchar. “Empieza a existir una conciencia colectiva de la importancia de la comunicación”, dice, y sus palabras parecen abrir una puerta silenciosa pero firme: comunicarnos bien es posible, y empieza con uno mismo, porque al final como ella bien dice en esta charla “La vida son relaciones y las relaciones son comunicación”.
