Rayden se despide de Madrid con un concierto cargado de emociones

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“Alegría, tristeza, anhelo, agradecimiento, frustración, orgullo, más agradecimiento, amistad, amor, admiración, y vuelta al agradecimiento”

‘Nos vimos en el Wizink, por última vez’ , y como el propio Rayden reconocía en Instagram, su gran noche en la capital fue una suma incontable de sentimientos encontrados desde el mismo momento en que las puertas se abrieron. Un aire de nostalgia se respiraba por cada rincón del recinto, pero también se podía palpar la euforia y la alegría que emanaba cada uno de los allí presentes. La tristeza de las despedidas se sumaba a la euforia de vivir un momento irrepetible, conscientes de que aquella noche sería ‘sempiterna’.

El reloj marcaba las 21h cuando una cuenta atrás de cinco minutos acapara todas las miradas, haciéndose con el primer aplauso de la noche. Los segundos empezaron a correr; había llegado el momento. Con un público entregado sin reservas, el escenario se iluminó, y entre aplausos llegaba el protagonista de la noche. ‘La patria de los ausentes’ fue el tema encargado de dar el pistoletazo de salida al viaje de emociones y canciones, en el que íbamos a adentrarnos.

El concierto fue una fiesta incesante de catarsis y frenesí, en la que temas como ‘No hago rap’, ‘Alma 22’ o ‘Habla bajito’, fueron los hilos conductores a uno de los temas más especiales de la noche. “Mi hijo me dijo que esta canción no podía faltar hoy” sostenía antes de que empezasen a sonar los primeros acordes de ‘Calle de la lloraría’. Una celebración de la vida en la que, comprometido con las causas más urgentes, Rayden no dudó en alzar la voz en reivindicaciones sociales, recordándonos así que la música también puede ser una herramienta fundamental para el cambio.

En este ir y venir de emociones, el tiempo parecía haberse parado en el antiguo Palacio de los Deportes. Pero, inevitablemente los segundos pasaban. ”Hay momentos que son irrepetibles y esta noche, habrá varios” avanzaba. Más de dos horas de espectáculo, un total de 34 canciones, varios invitados de honor; como Travis Birds, Víctor Cabezuelo, Andrés Suarez, Tanxugueiras, Alice Wonder, Vaho o Freid Leis, y lo más importante; su banda, fueron los elementos esenciales que hicieron que esa noche quedase grabada en la retina, y en el corazón, de todos los que tuvieron la suerte de vivirla en primera persona.

“Sabéis que estoy agradecido del público que tengo, pero soy conocedor de que si he llegado a donde he llegado es por la banda que me rodea, una familia que me está acompañando todos estos años y no cambia” agradecía el artista. Su complicidad era tan evidente como el talento que demostró cada uno de ellos sobre el escenario, formando una sinfonía perfecta que nos transportó a un lugar en el que la música y las emociones se entrelazan. La dupla Rayden – Mediyama volvió a demostrar que sus voces encajan a la perfección, haciendo que la locura se desatase al ritmo de temas como ‘Ayer a estas horas’ o ‘Alma 22’.

En la experiencia extrasensorial que estaba siendo el viaje de despedida, eran paradas obligatorias ‘Don Creíque’, ‘Finisterre’‘Una fiesta en tu nombre’ o ‘No tengas miedo’ que, muy emocionado, introducía diciendo: “A la vida hay que tenerle respeto, pero jamás de los jamases hay que tenerle miedo”.

Las voces de los asistentes se unían a la de Rayden en ‘Ubuntu’ como si fuesen una, demostrando una unión inquebrantable, que hacía coger fuerzas para cantar en un acto de comunión total: “quiero que nos volvamos a ver” cuando sonaba ‘Haz de luz’, con la esperanza de volver a cruzar miradas en la capital. Antes de adentrarnos en la recta final del concierto llegaba el momento de recibir a los invitados más especiales de la noche: ‘La mujer cactus y el hombre globo’, que fueron recibidos por todo lo alto, con el recinto lleno de globos.

“Siempre me gusta pensar que hay un final feliz, y quiero que asociéis despedida con una sonrisa”, con estas palabras Rayden anunciaba que, ahora sí, el final estaba a punto de llegar. En medio de una montaña rusa de sentimientos, el público las acogió y arropó como una oportunidad única de poner el merecido broche de oro a una noche como esta. Sonaba la última canción, ‘Matemática de la carne’, cuando empezaron a aparecer entre el público, algunos carteles con la frase “siempre nuestro sempiterno”.

Inmerso en un aplauso que hacía retumbar cada cimiento del recinto, se despedía con un “hasta siempre” sabiendo que, la complicidad que se despertó esa noche, nunca se desvanecerá.

RAYDEN - LA VICTORIA IMPOSILBE por Josune Ordóñez
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