Úrsula Corberó ya no puede disimular las miradas por el aeropuerto de Tokio, es reconocida hasta en el último rincón de Capri y la mismísima Madonna la interceptó en un avión para hacerse un selfie con ella y la sacó a bailar en su último concierto en la Ciudad Condal. Y luego puede ir a contarlo al late night show de Jimmy Fallon. Pocas personas pueden presumir de su meteórica trayectoria, por eso, quién mejor que Úrsula para protagonizar la portada del Icons Issue de Harper’s BAZAAR España.
La cabecera de moda viaja con la actriz del momento a su ciudad natal, Barcelona, en su entrevista más sincera. Porque nunca le fue fácil, nació en una familia que le dio todo, aunque ese ‘todo’ no era más que humildad. Se construyó desde la cultura del esfuerzo de un padre carpintero y una madre coraje que vendió pescado, flores, colchones…, limpió casas y hasta estudió para tanatopractora. «Y, sin embargo, los recuerdos que tengo de mi infancia son de alegría. Después, con los años, me he enterado de que no era todo tan alegre, porque las hubo mal dadas y mis padres las pasaban bien putas», confiesa la actriz sin que se le borre la sonrisa de su cara: «El superpoder de mi familia es reírnos de nuestras propias desgracias. Hemos desarrollado la capacidad de sacarle hierro al asunto más traumático y hacer bromas de todo. Siento que eso es sano y me hace bien».
Úrsula quería formar parte de eso que llamaban ‘espectáculo’ a costa de todo, y aquel salto tan anhelado a Hollywood ya es un sueño cumplido: «Mis primeras referencias eran series como Los Serrano o Los hombres de Paco. Ese salto a Hollywood antes era casi impensable, ahora con las plataformas sí que puedes dar un salto así de loco». Y así pasó, con La casa de papel, de la noche a la mañana, Úrsula Corberó pasó de ser un rostro televisivo más a convertirse en todo un icono mundial. ¿Cómo se digiere eso? «Se vive con ello. Para lo bueno y para lo malo, no tiene puntos medios. Lo bueno es muy bueno, lo malo es fatal. Siento que ser un personaje público tiene eso».
La entrevista completa, en el número de septiembre de Harper’s BAZAAR: The Icons Issue. Con Úrsula y Manu Ríos en portada y otros grandes iconos protagonistas en su interior, como Victoria Federica, Isabel Preysler y Lolita. Así es #TheIconsIssue, un número en el que la vocación de permanecer, influir, persistir y sobresalir está detrás de cada página, de cada entrevista, de cada nombre propio. Esta semana, en Harper’s BAZAAR.
EXTRACTOS DE LA ENTREVISTA
- «Creo que hay cosas todavía en las que debemos mejorar un poco, eso de que te pueda seguir una persona por la calle y hacerte fotos es como de otra época ya. Con la importancia que le estamos dando ahora a la salud mental, a la privacidad…, llegará un momento en que todo esto no sucederá y pensaremos qué anticuados estábamos. A mí esto no me hace bien mentalmente. Yo me voy una semana a Ibiza y a las dos semanas una revista publica unas fotos mías… Pero, ¿esto cuándo fue?, ¿dónde era?, ¿con quién estaba…? Me provoca ansiedad y angustia, es una invasión de tu intimidad muy fuerte».
- “Definitivamente es Chino Darín, mi novio, quien me mantiene los pies en el suelo. Yo soy más fantasiosa y disfrutona. Mi chico es lo contrario, capricornio, tierra pura».
- «Pobres mis padres. Yo veía en la pantalla que sacaban unas espadas y obligaba a mi madre a que me apuntara a esgrima. Después veía que montaban a caballo, y me inscribía en hípica. Así en tenis, esquí, canto… Daba igual lo que fuese. Quería llevarlo todo para delante, yo quería ser mocatriz… Bueno, sigo queriendo serlo».
- «Para mí el feminismo es llegar a un momento en el que todas podamos ser nosotras mismas sin intención de llegar a la perfección, de estar en paz. Tener las mismas oportunidades que se les da a otros seres humanos que no son mujeres».