En Camino a Arcadia, William Levy se enfrenta quizá a uno de los papeles más complejos y simbólicos de su carrera: Pablo y Mateo, dos identidades que coexisten entre los sueños, las heridas y los caminos que elegimos para sobrevivir.
La nueva serie, que entrelaza fantasía, reflexión y drama humano, propone una mirada íntima sobre quiénes somos cuando nadie nos mira… y qué estamos dispuestos a hacer para alcanzar la paz.
“David Martínez me comentó que tenía un proyecto y me pasó la sinopsis. La leí y me encantó. Desde ese primer momento supe que quería hacerlo. Fue algo muy natural, fluyó enseguida”, confiesa Levy.
El actor cubano interpreta a un personaje dividido entre dos mundos, dos realidades, dos versiones de sí mismo. “Tiene dos identidades, y eso fue algo que disfruté al máximo. Hay una decadencia, un viaje, una búsqueda… Viene de un lugar, va hacia otro, y en ese tránsito se descubre”, explica con emoción.
Además, esta serie plantea una reflexión profunda sobre el éxito y su verdadero sentido. William lo tiene claro: “Para mí, nunca se ha tratado de reventar o de llegar más alto. Sigo siendo la misma persona cada día, intento mantenerme fiel a mí mismo. Eso es lo que me da equilibrio”.
Y cuando le pregunto qué sería para él Arcadia, responde sin dudarlo, con una sonrisa cálida y sincera: “Para mí, Arcadia sería donde estén mis hijos. Ese es mi lugar perfecto”.
Con Camino a Arcadia, William Levy no solo vuelve a conquistarnos con su presencia, sino también con una interpretación que trasciende la pantalla: la de un hombre que busca, como todos, el camino de vuelta a lo esencial.
No solo interpreta dos vidas, sino que recuerda que incluso en los mundos más imaginarios, lo verdaderamente real sigue siendo lo que nos hace volver a casa.
