Hace ya unos cuantos años, este que les escribe intentaba ir más allá a través de sus palabras viendo la ficción que le marcaba con una pasión desmedida su manera de ver y de contarlo, hasta que en el año 1999, sino recuerdo mal, Joel Schumacher me golpeaba el estómago y la razón con su «Asesinato en 8mm» capitaneado por un joven y magistral Nicolas Cage y un portentoso Joaquin Phoenix que no olvidaré jamás.
Una historia que a través de ellos me hizo sentir terriblemente culpable, como espectador me sentí atrapado, adicto a cada secuencia dibujando en la cara un dolor que traspasaba más allá de la pantalla, sin duda asumí que estaba ante una de las obras más impactantes para mi de la historia del cine, sensación que me juré no repetir … hasta ahora.
Pasados los años gracias a la valentía y la osadía de entre otros Atresmedia y Diagonal, han logrado que la ficción en forma de serie pueda pasar por la derecha perfectamente a la calidad, y la capacidad de atracción del mismísimo cine.
«La red púrpura» es un claro ejemplo de esto. Visto ya el precedente de su «primer acto» («La novia gitana») la historia de Carmen Mola en forma de imágenes se ve abrazado y amplificado por el imaginario, por la partida de ajedrez visual con la que Paco Cabezas consigue atraparnos en su mundo y hacernos «culpables», al menos a mi me pasó, testigos de cada cada bajada a los infiernos de todos y cada uno de los capítulos junto con los personajes.
Paco, a través de esta historia nos dibuja una «divina comedia» dividida en ocho actos, donde lo más fundamental se ve cuestionado, el miedo y el terror te manchan la piel del alma y la elegancia de la muerte cruel te sorprende y atrapa en cada plano. Consigue con la maestría de un cirujano abrir con un fino bisturí las costuras del alma de cada uno de los miembros de la BAC, acompañando a todos ellos a las mas oscuras horas de su existencia, pero sin duda con la vista puesta en las luces de un final, del cual aún a mi me falta la respiración.
«La red púrpura» te zarandea, te cuestiona, te pregunta y te obliga, te sienta en primera fila como voyeur en todos y cada uno de los actos. Paco Cabezas a través de un trabajo actoral digno de recuerdo con un ritmo frenéticamente elegante, te aprieta y no ahoga, te genera la más profundas de las tristezas, angustia, rabia, dolor y sorpresa, sobre todo sorpresa que te abofetea en cada uno de todos los convencimientos.
Cómo el ser humano puede arrebatarle a otro su dignidad y su condición. Como la supervivencia más animal está negada con la razón, y como a veces si existe el perdón más puro más allá de las emociones, del sentimiento de pérdida, o de amor que se diluye entre lo dedos. Lo efímero de la vida llevado un paso más allá convertido en imágenes.
Cada acto de esta «Red Púrpura» va oscureciendo su luz, haciendo que el propio aire que respira el espectador se sienta enrarecido, dolorido e incluso extraño. Paco Cabezas como director te atrapa en la narrativa, tiene la delicadeza de pintarte el dolor del olvido y un silencio que duele. Te lleva a través de planos vertiginosos detrás de las rejas lejanas de los interrogatorios como en esa primera fila, haciendo sentir al espectador que también es uno más de la BAC.
Sin duda estamos gustos televisivos, paladares y sensibilidades a parte ante una de las mejores series de televisión de la última década, donde la serie sino supera al cine como poco lo iguala.
Al igual que en la serie he decido homenajearla en paralelo con las «cajas de música» que realizamos con la mayoría del reparto y hoy abrimos esta primera entrega con Nerea Barros (Elena) y Paco Cabezas como director, del cual ya hemos hablado en este análisis previo. Esta primera entrega la titulo: «El silencio que duele».
Sin duda, Nerea Barros está ante el personaje de su carrera. En este segundo acto, Elena , como el mismo Dante en la Divina Comedia comienza su descenso particular a los infiernos en busca de «su amor», su hijo y eso le llevará a ver desmoronarse a su alrededor todo lo que a ella le importa.
La ahogan sus secretos, sus miedos, sus sentimientos, su silencio de madre que duele desde el más absoluto perdón. Elena ve su propio reflejo en la madre de Aurora (tranquilos no hago spoiler) y en Aurora a su hijo. Algo se rompe por dentro de Elena, algo nos atrapa en cada mirada de Nerea Barros y Paco Cabezas nos regala un elegante pero desbordante dolor.
Elena encuentra en su autocastigo el único alivio posible, no se dice, no se cuenta, pero así la serie te lo tatúa en la mente. El capítulo 8 es primitivo, es animal pero a la vez es tan puro y humano que es cruel poesía hecha televisión… hay abrazos que duelen. Enhorabuena a ambos.
Con el marco del Festival de San Sebastián y ante su inminente estreno, estrenamos el segundo capítulo de nuestro homenaje a una serie que sin duda pasará a la historia. Acto segundo: «Las llamas del fénix».
Si, efectivamente este segundo acto tenemos que hablar de Chesca, el personaje interpretado por Lucía Martín Abello. Creo que es el personaje que me ha dejado latiendo el corazón durante toda «La red púrpura». A ella la conocemos como una mujer temperamental, valiente, decidida y hasta cierto, porqué no kamicace.
Pero esta temporada, sin duda se produce un dibujo genialmente llevado a cabo por Paco y por Lucía de espejo, me explico; «La red púrpura» al menos desde mi perspectiva dibuja dos extremos de una misma cuerda, dos lados de un mismo espejo como son Chesca y Elena, mientras la luz de una se va desvaneciendo por el dolor a veces incontrolado de su búsqueda donde el corazón aplasta a la razón, las llamas de la vocación de servicio aparecen en las alas de Chesca.
Un trasvase de energía sin limite que nos lleva de manera indirecta a conocer «el origen» de Chesca aunque no de su propia boca sino de la boca de alguien inesperado. En el transcurrir de los capítulos su pasión vocacional, su dolor, la ley enfrentada a la propia ley, le lleva a exponerse hasta tal punto que ella asume que su propia vida puede llevarle a perder esta partida de ajedrez, pasa de ser reina a peón.
Y la puerta a los infernos se abrió, mirando a los ojos a la maldad más absoluta, su dolor traspasa la pantalla, las llamas van tallando su cuerpo hasta que el mensaje hace que le reviente el alma y toque con las yemas de los dedos el suelo del infierno hasta que siente que tiene que rendirse … pero no, con ella nadie puede, ahora más que nunca…
… Y Chesca tomó la luz de Elena convirtiéndose en el fénix que necesitaba la BAC, aunque sus llamas aún sigan doliéndole.
Lucía, te lo he dicho muchas veces, eres un animal interpretativo y Chesca es la dimensión como personaje y actriz que necesitabas para volar. Enhorabuena.
SOBRE «LA RED PÚRPURA»
La actriz Nerea Barros vuelve a ponerse en la piel de la protagonista de la serie. Interpreta a Elena Blanco, una inspectora de homicidios veterana de la BAC. La inspectora nunca descansó en la búsqueda de su hijo Lucas, secuestrado hace 10 años. Agitó el avispero y reapareció en un vídeo de torturas en el que pedía que no lo buscará más, pero Elena centra su energía en ello y tirará de un hilo que le dejó Miguel Vistas: ‘La Red Púrpura’.
‘La Red Púrpura’ incorpora para sus nuevas tramas a los actores Roberto Álamo (Dimas), Carmen Prada (Marina), Nuria González (Rocío Narváez), Andrés Gertrudix (Casto), María Morales (Soledad), Michel Herráiz (Daniel), Font García (Alberto), Unai Mayo (Lucas), Andrés Lima (Kortabarria), Maria Mercado (Aurora) y Hugo Prieto (Lucas niño), entre otros.
Ginés García Millán (Rentero), Ignacio Montes (Zárate), Mona Martínez (Mariajo), Lucía Martín Abello (Chesca), Vicente Romero (Orduño) y Francesc Garrido (Buendía) continúan con los personajes que interpretaron en ‘La Novia Gitana’.
‘La Red Púrpura’ está producida por Paramount Television International Studios, con la participación de Atresmedia Televisión, y en colaboración con Diagonal (Banijay Iberia). Podrá verse en exclusiva en España a través de atresplayer el 8 de octubre. La serie también podrá verse más allá de nuestras fronteras a través de atresplayer Internacional.
SINOPSIS
La inspectora Elena Blanco ha descubierto que su hijo Lucas está vivo, pero pertenece a la siniestra Red Púrpura, de la que le habló Vistas antes de su dramático desenlace. Han pasado seis meses y la inspectora oculta a su equipo que su hijo está entre ellos; solo Mariajo, su fiel confidente, conoce la verdad.
La BAC ha sido penalizada por el desenlace del caso Macaya, siendo trasladados a otra nave y lo único que pueden hacer es tirar de ese hilo que les dejó Vistas, una red que se oculta en las profundidades de internes. Niños secuestrados, menores sin futuro, tratas de mujeres… la mercancía se negocia, los espectadores pagan y hasta se puja por los desenlaces de las víctimas.
La BAC sufrirá las consecuencias de hurgar donde no debe. El equipo no volverá a ser el mismo, todos arriesgarán, pero pueden perder demasiado por meterse en la profunda red.
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