El pasado lunes, Manuel Carrasco regresó al escenario del Festival de Cap Roig, después de unos seis años sin pisarlo, como él bien recordó, esta vez para regalar al público un concierto de ese “Tour Corazón y Flecha” que tantas alegrías le está dando.
En el patio de butacas escuché de más de una persona eso de “nada tiene que ver con el último concierto que vi de él”… Y creo que no hay mejor piropo que ese, en el sentido de que significa que la novedad, el cambio, la evolución… forman parte de tu camino y eso, en este caso se traslada a un escenario.
Muchos premios acumulan las giras de Manuel, muchos reconocimientos a sus directos, recintos enormes abarrotados, público que repite y la verdad es que quizás estamos frente a uno de los artistas que más mima, cuida y prepara al detalle sus directos y por eso no defrauda. Puede que uno de sus secretos sea esa sonrisa que adopta nada más pisar el escenario, ese niño que no para quieto en el escenario buscando a su público, como ese niño que juega feliz en un parque con sus amigos.
Y es que me atrevería a decir que Manuel es feliz en el escenario, y que poco a poco está encontrando y ha encontrado un camino en la música en el que se siente lleno y feliz. Y esto siempre se acaba notando en la música y en el escenario.
Durante las más de dos horas de concierto, Manuel aprovechó para cantar temas de ahora y de ayer, pero eso si, aunque hay temas que pertenecen a otras épocas, momentos y demás, todos mantienen una esencia que cuando lo escuchas, sabes reconocer que es él, algo a lo que aspiran todos o muchos artistas. Construir su propio sonido.
Corazón y flecha, suenan tambores de guerra que avisan de que hay que vivir el momento, ya que de pequeño a todos nos dijeron alguna vez que hay cosas que no se pueden conseguir. Pero al final, si miras a tu alrededor, ayer noche, uno por uno, se atrevieron a corear junto a esos coquitos muchas verdades aunque a veces se diga que vamos a contar mentiras.
Que importa lo que digan, tú dispara y no dejes de soñar, y que nos dejen ser lo que realmente somos, ya que no hay nada más bonito que querer en el bar de los pesares. El otro día Manuel, volviste al festival de Cap Roig y recordaste lo afortunado que eres por todo aquello que tienes y no has comprado con dinero mientras le cantabas rodeado de estrellas a esa mujer de las mil batallas.
Todo fue, pero ya no, la vida aprieta pero no ahoga y al final lo único que hay que hacer es vivir y disfrutar y por esto nos quedamos aquí hasta por la mañana.
La gira aún no ha terminado, quedan fechas o mejor dicho flechas, aún por lanzar y estamos seguros de que aún quedan muchas sorpresas por vivir.
