Existen días que por derecho son distintos, nos hacen falta días en la que música no quede en silencio, en el que los telones se enreden en cuerdas infinitas, nos faltan los espacios para abrazar, el aire para besar o el recuerdo de una despedida que nunca pudo ser.
Nos sobra el daño en la memoria, nos sobra el juicio y la pena, nos sobra silencio y penumbra, nos falta vida y no nos sobra tiempo. La música como la de Antonio Orozco ayer en Madrid fue un vuelo, un vuelo sin motor hacía la vida que ya apenas recordamos, una manera sincera de colorear nubes con las sonrisas que por vida se han escondido.
«Aviónica» son canciones que comunican miradas, que crecen en aplausos y se quedan entre los latidos del alma. «Aviónica» puso sonido al silencio de las despedidas, volvió a llenar de magia cada rincón del teatro «La latina» y abrazó a la música, esa niña de grandes ojos marrones que ayer se sintió un poquito más feliz.
Ayer y hoy son la excusa perfecta para dibujar los nombres desdibujados, para gritar y besar la música. Antonio Orozco se divirtió y nos divirtió , se emocionó y nos hizo emocionar , su «Aviónica» nos regaló las alas de sentirnos por un rato, de nuevo, libres.
Fotos : Josune Ordóñez