Querida María,
Hace prácticamente un año tuve la suerte de poder sentarme frente a ti para hablar de la música, de la vida… del escenario, de la magia del directo… y es por este motivo por el cual hoy vuelvo a escribirte para contarte que al fin he podido entrar en tu habitación para verte jugar.
El pasado sábado estuvimos en el concierto de Girona y pudimos comprobar lo bonito que es verte ser feliz. Te reíste y te emocionaste junto a un publico entregado, vibrante, cariñoso y fiel que te arropó en todo momento para recordarte el inmenso cariño que la gente te tiene.
A causa de unos pequeños problemas técnicos (cosas del directo) los allí presentes recibimos un regalo muy especial. El micro decidió apagarse para poder así disfrutar de tu voz tal cual sale por tu garganta. Como en las innumerables noches de patios y risas que has vivido. Como las noches de tablaos y música. Como viene haciéndose desde siempre… Sin artificios. Simplemente música. Magia. Arte… Con esa pureza innata que pocos poseen.
Las bulerías pararon el tiempo. Las historias fueron resonando por las paredes del Auditori de Girona sin importar nada más. La magia estuvo presente hasta el final como la emoción en la piel de los allí presentes.
Qué bonito es ver un auditorio como el de Girona en pie aplaudiendo y respetando a una misma persona. Qué bonito lo que la música puede conseguir. Qué bonito escuchar. Qué bonito respetar.
Y así fue como María, la Niña Pastori, desplegó sus alas para resguardarnos y regalarnos una noche de las que no se olvidan. Una noche llena de música y magia. Una noche llena de arte. Un arte innato. Del que huele a mar. Del que suena a San Fernando. Del que se hereda y contagia.
Como ya te dije en aquella conversación bendita sea tu libertad convertida en MÚSICA querida María.
Hace un tiempo hablamos de música y vida…