Cepeda, «Nené»: «Cuando Luis trascendió musicalmente a Cepeda»

Si, lo reconozco, me he tomado mi tiempo. Creo que para según que cosas hay que tomar distancia, que no te importen ni las cifras ni las urgencias ni las portadas simplemente dejar disfrutar a tu silencio de canciones que simplemente te rasgan la memoria, y revientan ese dique que el tiempo y los años bloquea sin dejarnos disfrutar de sensaciones que con la edad creíamos olvidadas.

Amigo Luis, hace mucho que no conversamos mirándonos a los ojos pero he tomado la costumbre que desde mi pequeño rincón de aquel que respeta y admira tu más profundo talento dejar que tu música me sangre en tatuajes que mi alma desde ya no permite olvidarse.

Me pregunto sobre el minuto cero de esta canción, en qué momento recordaste, como encontraste ese hilo tan frágil y tan fuerte que es la más profunda de las esencias que nos marcan, ese abrazo que has convertido único en lo musical, ese momento tan privado y especial donde se deja de tener miedo y te sientes valiente, en qué momento deciste transceder lo universal de la música, de las canciones y pintar con tinta roja el alma que a veces nos duele, nos recuerda pero que al volver a ella indefectible nos sana.

Decidí desde el momento que supe que esta canción vería la luz hacer algo especial. Mirar con las dos caras de mi mas absoluta privacidad e intimidad, mirar esta canción con los ojos de un alma, la mía, que aunque ya peina canas y se siente cansada recuerda seguir garabateando entre sus papeles, donde otros jugaban a pintar, a juntar palabras que le permitieran soñar y hacer mejor el mundo que le rodeaba. Aquel que a la distancia también creaba canciones en silencio para aquella que desde la cocina jugaba a pintarte la sonrisa mientras la suya se desdibujaba con el tiempo.

También decidí mirar la canción a través de unos ojos que a penas han difrutado de la vida, pero que se la comen bocados. Un alma de grandes ojos marrones que nació del amor absoluto que bailaba en silencio mientras te veía a ti de pequeño y escuchaba como la canción se deslizaba entre sus manos. Un alma que se que cambiará el mundo porque tiene el talento que quizás yo no supe disfrutar, tienes razón, seré pequeño toda la vida a través de él y perdido en su sonrisa.

Pero hoy, mientras jugaba a sentirme pequeño junto a él, y juntar palabras para buscar mis propias emociones al llegar el último acorde se giró, me miró y mientras me abrazaba me dijo con su voz sencilla «Nené» mientras se señalaba el pecho. Gracias Luis, el resto de mi vida.

A Cepeda musicalmente me niego explicarle, me niego a definirle, me limito única y exclusivamente a disfrutarlo … a mi manera. Y esta es la mejor que he encontrado. Su música, sin prejuicios es la que he decidido que me acompañe (entre otras) desde el minuto cero que la disfruté a ciegas, dejándome llevar y permitiendo que gracias a momentos como este, Luis trascienda musicalmente a Cepeda y éste decida cantarle a la vida con lo más hermoso y puro que lo ha construido como persona y como ser humano.

Esta canción, esta letra, este conjunto de tantas cosas, es mucho más que música. Somos todos nosotros. Ojalá que Luis siga buscando a ese pequeño refugiado en brazos de su madre, por que sin duda Cepeda seguirá siendo gigante cuando decide escribir a sus silencios con los renglotes más hermosos de su vida.

Gracias por permitirme amigo la capacidad de recordar, el permiso por juguetear con mis palabras entre tus letras y entre tus acordes poder echar un poquito más de menos, y dar esos abrazos que nunca debemos permitir que nos falten.

Nené, sigue jugando y mientras lo hagas permanecerá a tu lado ese otro pequeño que seguirá juntando palabras como puzzles para seguir disfrutando de tu talento, de tu magia, de tu música y de tu persona.

Viva tu música y viva la vida.