«No estamos locos,
que sabemos lo que queremos,
vive la vida,
igual que si fuera un sueño
pero que nunca termina…»
Hay quien dice que soñar es de locos. Otros muchos que los sueños no se cumplen y luego están las personas que pese a todo deciden soñar fuerte y pelear para hacer de ellos una realidad… Realidades que a veces superan los mismos sueños. Algo que ayer le pasó a ELLA. Ayer Vanesa Martín pisó el Festival de Cap Roig por primera vez. Un sueño cumplido para ella, algo que auguraba una noche especial, emotiva, llena de magia, esencia, generosidad y sobretodo MÚSICA.
Y es que, cada vez que Vanesa se sube a un escenario el tiempo se para. La gente se emboba y aunque a día de hoy nos hemos acostumbrado a ver los conciertos a través de las pantallas porque queremos guardarlo todo, hay momentos en los que las pantallas molestan y es mejor verlo y disfrutarlo sin filtros. Ayer esto ocurrió en más de una ocasión, sobretodo cuando Vanesa se sentaba al piano o detrás de su inseparable guitarra.
La gente tardó poco en levantarse por primera vez para aplaudir sin pausa y así dejar en silencio a una emocionada y agradecida Vanesa que repetía una y otra vez «Gracias» sin saber muy bien que más decir ya que todo parecía quedarse pequeño… Así que decidió dejar mudos a los asistentes con otra de sus historias hechas canción… Cap Roig enmudeció varias veces atento a lo que ella contaba mientras cantaba muchas de las historias de su nuevo disco sin olvidar otras muchas que ya forman parte de nuestra propia historia particular.
El otro día os hablaba de la felicidad que transmitía Rozalén encima de un escenario y hoy quiero volver a hablar de esa felicidad. Esa felicidad que se queda en el brillo de los ojos. Esa felicidad que se contagia sin quererlo. Esa felicidad que sale sin avisar. Esa felicidad que emociona. Qué enmudece. Una felicidad que ayer Vanesa llevó puesta toda la noche. Una felicidad sumada al respeto profundo que siente por la MÚSICA y que sin duda la esta llevando a conseguir más de lo que un día quizás soñó.
Durante toda la noche se paseó por el escenario creando varias atmósferas, enmudeciendo al público cuando todo parecía más íntimo, levantándolo para saltar cuando las luces se crecían y emocionándolo cuando decidió lanzar un regalo a los que allí la acompañábamos. Un regalo en forma de canción. Un secreto que sin duda va a dar mucho de lo que hablar. Otra muestra más de su infinita generosidad.
Al inicio del concierto Vanesa aprovechó para recordar sus inicios. Unos inicios en pequeñas salas donde sus amigos y familia iban a verla. Unos inicios duros pero felices. Una etapa que recuerda con mucho cariño y respeto. Quizás por este motivo hoy me apetecía volver a sus orígenes para escribir estas líneas. Ahora mismo suena «Aquí y ahora» de su “Agua” y oigan que bonito que su sonido siga tan intacto. Porque como alguien dijo no hace mucho… “Qué importante es saber de dónde venimos para saber dónde vamos”.