Érase Pablo López … el niño del espacio.

Pablo López reinventa con energía y frescura su formato de mas éxito.

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David Fraile
David Fraile
Fundador y director de lacajadmusicatv.com - Periodista , historiador del arte y devorador de libros. Coleccionista del universo Pixar.

Pablo López regresó al lugar donde su fórmula 360º adquirió uno de sus máximos esplendores. Vistalegre volvía como diría la canción al lugar donde fue feliz acariciada por las manos del músico malagueño y se dejó llevar por su talento, su manera tan distinta de crear música y una energía de una gran noche de verano.

Pablo López se encuentra de lleno en dos grandes retos profesionales, la grabación de una nueva temporada de La Voz y la creación de su demandado nuevo disco que ha ido desgranando con algunos singles previos, no es fácil, pero para tomar esa energía necesaria, para convertir cada escenario en su patio de juego, el 360º le desnuda creativamente pero le otorga un magnetismo y un poder musical que pocas fórmulas escénicas consiguen.

Es cierto que puede ser, en boca de algunos críticos que esta fórmula puede ser hasta cierto punto previsible en el repertorio que puedes encontrarte o que quieres llegar a disfrutar, eso si con los cambios evidentes del saludo de cada ciudad y las canciones más recientes del artista, pero lo de Pablo López es otra cosa, el 360º es un ejercicio de comunión musical, una reafirmación de una creencia en el talento más salvaje, más orgánico, más puro pero sobre todo, con López todo suena, todo se siente como la primera vez.

Un escenario inteligentemente diseñado, unas luces exquisitas, una acústica que acompañaba y los dos pianos, su teclado Korg y la guitarra, cuatro mundos diferentes en los que Pablo López deja jugar sus manos, acaricia las emociones con mimo y te permite viajar al pasado, al presente y al futuro de su música y de la tuya propia.

Un show que demuestra que la música tiene patrones comunes, acordes que se enlazan como un hilo rojo para dar significación plena al sentimiento, muñecas rusas en lo musical que hacen de este viaje en el tiempo algo presente, canciones con letras prestadas, armonías tejidas que te sorprenden, una impulsividad creativa que sólo Pablo López y su público pueden conseguir.

Visto el 360º a nivel global ayer tuvo cuatro momentos capitales. El primero de todos fue casi iniciado el concierto cuando sacó a jugar a su mítico «El mundo» junto a «Estoy hecho de pedacitos de tí» de Antonio Orozco, un abrazo entre canciones, especial, formando un todo donde una letra completa a otra, un acorde resuelve y besa al siguiente consiguiendo que dos canciones se enamoren plenamente la una de la otra.

Después la irrupción (a la cual ya nos tiene acostumbrados) Antonio Orozco vía videollamada. Un abrazo en la distancia de dos amigos que son y significan música, que siente la emoción como una forma de vida, y el arte y lo artesanal lo llevan impreso en la sonrisa del tiempo, en la mirada del silencio de la banda sonora de nuestras vidas.

Y luego la irrupción de Laura (creo recordar su nombre) una fan que ha crecido desde la mas absoluta infancia abrazada a las canciones del genio malagueño. Su mirada, su perplejidad, su pasión joven hizo esbozar una sonrisa empática al público de Vistalegre que a gritos de ¡súbela! quisieron acompañarla a conseguir su sueño.

Como ya ocurrió en Bilbao, Pablo López tiene «un juguete nuevo», «el niño del espacio» que ya corretea por el patio de los escenarios, que va pisando fuerte hasta que sea libre en su madurez, que adquiere significado en cada aplauso y en cada mirada, una canción brillante en lo compositivo, un abrazo largo en lo emocional.

Y «el patio», esa canción que siempre viene acompañada de un suspiro final, una canción que te deja vacío, que se compone de nuevo en cada alma, que se reconcilia con el propio autor, por que sabe que en cada acorde encuentras la sonrisa, el perdón y la sanación que uno busca. El patio transciende la música, al patio como dirían los antiguos griegos hay que buscarlo en los astros.

Llegó el turno del abrazo musical de futuro. Pablo López bajó de su circulo de música «encontrándose» con Chiara Oliver con quien comparte «Tulipanes» una exquisitez musical de esta última que ha reinventado esta noche a base de plena voz y una guitarra casi celestial. Dos generaciones que comparten camino, dos talentos precoces y contrastados, dos fuerzas de la naturaleza creativa que han conseguido que «Tulipanes» se convierta esta noche en canción «seda», una delicia armónica para el disfrute de todo el público asistente.

El final, tormenta de estrellas en Vista Alegre, «Lo saben mis zapatos» se llevó los últimos acordes, las últimas notas desnudas de un piano exhausto pero feliz, de una voz rasgada pero con la energía como si fuera la primera vez. Pablo pletórico, eléctrico, pleno, ese niño del espacio fue regalando su voz desnuda mientras el coro de su abrazo lo arropaba hasta caer el telón final. El niño del espacio nos dejó jugar con su alma y por un momento pudimos soñar con él en Re Bemol.

FOTOGRAFÍAS : Cris Sánchez-Moreno

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PABLO LÓPEZ - 360º VISTALEGRE- MADRID 2025
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