Había ganas de Lola índigo en Barcelona y Lola tenía ganas de volver y conquistar su casa. Presentó su exitoso nuevo proyecto musical «La niña» en una ciudad que siempre ha sido talismán.
Sin duda Lola Índigo una de las premisas más importantes en la definición de su talento es la superación y la evolución constante. Desde que arrancara la gira la fuera, la energía, la conexión ha ido increscendo en cada concierto, convirtiendo a este «La niña tour» en un show imprescindible.
A Lola Índigo no hay que explicarla simplemente hay que disfrutarla, y ver dentro de esa niña el corazón de una bruja guerrera que ha conseguido ganarse por méritos propios un huevo tanto en el escalafón musical como en la memoria colectiva de sus público y del que no lo es.
Cifras a parte, que la avalan de sobra (no suelo ponerme muy matemático en estos casos) el gran DNI de Lola Índigo es la gran capacidad de ser distinta. Eleva hasta la estrellas el concepto de artista, su nivel de plenitud, de fuerza, de conexión, de creación, de superación y en la exigencia en los parámetros de lo distinto hace que veamos en sus bailes la fuerza de un torbellino, en sus letras la verdad de la niña y en la fiereza de su mirada la fragilidad de una Mimi que cumple su sueño en cada concierto y en cada canción.
Además Barcelona tuvo el privilegio de tener a una gran invitada como Denise Rosenthal que pronto tendremos en #Entucajaoenlamía y el talento desbocado de sus pupilos en The Dancer.
En resumen «La niña Tour» es imprescindible. Pararos a observar a Lola en cada canción, en cada parlamento, en cada armonía, en cada estrofa y posiblemente os terminaréis enamorando de Mimi.
Larga vida a Lola Índigo.
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