Querido amigo Pablo. Hace mucho tiempo que nos conocemos, desde hace mucho tiempo que conversamos, que nos miramos a los ojos y hablamos de emociones, de sentimientos, de la libertad … de la vida. Desde hace cinco años que desde aquel café , aquella silla y aquella conversación soñábamos como una noche como la de ayer. He necesitado horas para digerir tu emoción y la mía, la ilusión tan bonita y tan frágil de un niño que estaba cumpliendo un sueño , de «un pequeño genio» que invitaba a todos a jugar en su patio para no sentirse solo jamás. Ayer Madrid fue libre libre y fue gracias a tí.
Te escribo en nombre de todos los que cada día se levantan aún cuando el sol no nace, en nombre de aquellos que cada nota de tu piano y tus letras se convierten en la mejor medicina para el dolor de alma, te escribo en nombre de aquellos que no les salen las palabras y que aprietan los puños para llorar en silencio, para aquellos que esperan sin saber , para aquellos que sueñan despiertos , para aquellos que imaginan ser libres y el incendio de la vida ya no les quema.
Te escribo porque anoche todos ellos jugaron de tu mano en tu patio, caminaron sin polvo en los zapatos por tu camino , y les ardió el alma como si fuera la primera vez. No sé si esta era la noche que soñaste, pero sin duda se aproxima a lo que es un sueño cumplido. Te rodeaste de amigos, sonreíste y jugaste con Orozco , ese niño grande de voz dolida, de nota partida y de alma infinita. Jugásteis a ser héroes por segundos y os convertisteis en gigantes siempre y para siempre. Pablo Motos fue ese abrazo amigo que consuela y que apoya, que te levanta y te mira, que te arropa y te enloquece.
Gritaste , ¡no! de la mano de una niña grande llamada música, de nombre Miriam , que pinta entre los pentagramas de sus ojos notas de admiración y talento , pasión por lo que hace y disfrutarlo escondida entre blancas y negras, entre tus manos y un piano. Quebrasteis las almas de Madrid, llegasteis hasta las entrañas del Palacio para recordarle que el sabía todo , como siempre … Cami y Luis Fonsi fueron la luz perfecta de un regalo de un concierto que quedará para siempre en la banda sonora de nuestra vida. Ayer en el Palacio se abrazaba la nostalgia y alegría , crecía la vida dentro de las entrañas de «ella», de la música esa a la que tantas veces tu y yo le hemos escrito, ella se hacía libre forjada en el incendio de su vida , curtida por el dolor y el miedo y dibuja en su rostro la sonrisa de la libertad.
Ella , cómo tú , es diferente, es silencio, es música, es rabia, es energía, es talento, es lucha , son sueños … y ahora vida. Amigo Pablo , ahora las luces se apagan, los ecos quedan tatuados en los pilares del palacio , las luces del incendio se apagan pero perviven en nosotros, confeti y enemigos que se convierten en amigos se van de la mano hacia sus casas. Y tú, sólo ante una copa de vino, sentado delante del escenario y recordando como díría Neruda, que confesabas que habías vivido. Espera Barcelona impaciente, y allá lejos en los mares donde el sol se pone también gritan que quieren ser libres.
Amigo Pablo, regresa pronto a tu casa, a «tu caja de música» , volvamos a sentarnos en aquel sillón , como hace cinco años, con un café humeante y enséñame los tatuajes de tus recuerdos , las heridas de tu alma , y cuéntame cómo sonríe la vida y qué sabor tienen los sueños cumplidos. Mientras tanto me quedo en tu patio, que ya no está vacío , sino pleno de todos aquellos que anhelan la libertad de tu música . Nos vemos pronto amigo, este «palacio» ya es libre.
Texto : David Fraile . Fotos : Cristina Sánchez – Moreno . Marta Sirodey